A veces cuelgo un comentario sobre el último libro leído. A
veces no. En esta ocasión merece la pena añadir - y publicar - al menos unas
palabras sobre esta obra maestra del galés Ken Follett. Un tipo del todo
curioso: en sus ratos libres toca la guitarra con una banda de jazz/blues.
Casado con una diputada del Partido Laborista británico. Hace años había leído
"Los pilares de la tierra", y, aunque me apasiona la novela
histórica, no me produjo el mismo efecto que "La Caída de los
Gigantes". Tal vez porque aquella novela se ambientaba en una época más
oscura y desconocida para el gran público - para mi mismo -, aunque también he
de decir que de las 2 grandes guerras, la Primera pasó más desapercibida para
los historiadores, bastante menos novelada y, por supuesto, menos conocida, sobre
todo por la cinematografía, que en realidad actúa de notario de nuestro tiempo.
A través de La Caída de los Gigantes, me he reencontrado de
nuevo con la novela histórica, pero en un mundo del que había estudiado escasos
trabajos, y que Ken Follett, magistralmente nos lo presenta a través de las
historias cruzadas de cantidad de personajes pintorescos - si se me permite la
expresión, aunque reconozco que no es la más acertada, pues todos los
personajes que nos presenten de aquella época, con aquella mentalidad, y con
sus costumbres, nos parecerían un tanto pintorescos - de variados países,
clases sociales y ambientes: condes galeses, políticos estadounidenses,
prerevolucionarios rusos y buscadores de fortuna en EE.UU, nobles alemanes y
austriacos enfrentados a sus amigos británicos, amantes, hijos bastardos,
violencia, carestía. Ken Follett nos dibuja los momentos previos al conflicto
originado por el atentado con muerte del heredero del imperio austriaco en
Serbia, que puso sobre el tapete europeo - más tarde mundial - los intereses y
ambiciones de cada uno de los imperios del momento.
Historias de amores imposibles, los inicios de la revolución
rusa desde dentro, la vida en las trincheras, las ciudades, los pasajes
históricos. Una novela, en definitiva, que os asombrará y os cautivará. A mí,
al menos, me cautivó. Tan es así que sus 1.019 páginas, que me parecieron
insultantemente cortas para mi devoción, pues comencé a leerla el 6 de enero,
Día de Reyes, apenas las había devorado en 14 días de literaria satisfacción.
Acércate a Ken Follett, acércate a la novela histórica.
Manolo Ozáez
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