Hace algunos días, rebuscando rebuscando entre mi colección
de libros, algo ajados por el tiempo, amarillentos, pero en buen estado, me
encontré con un ejemplar de "La Ciudad y los perros", del Nobel Mario
Vargas Llosa, de la Editorial Seix Barral, su editorial de siempre, en una
edición de 1985, que curiosamente no había leído, y que se me había escapado
entre las rendijas de mi particular biblioteca, que aunque no sea pública, al
menos es abundante -si bien lo importante de ella es que en algún momento de su
particular historia, fueron devorados por el intelecto, es decir, por la
lectura voraz, y no por el fuego, como en ocasiones ha ocurrido-.
La idea que os traslado es que un texto, impreso en papel,
aunque lo sea de hace 26 años, siempre conserva ese misterio que lo envuelve,
pues cada vez que alguien entreabra sus hojas, comenzará a vivirse las
secuencias contenidas en su interior, los hechos del Colegio militar chileno
"Leoncio Prado", donde estudió el propio Mario Vargas Llosa en sus
años de adolescente.
Hoy vuelve a mí aquella vieja historia que un imberbe, ahora
laureado Premio Nobel, imaginó en su alocada mente, hoy un clásico de la
literatura universal.
Manolo Ozáez
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