Llegamos con el Exército de
Extremadura bajos las órdenes del Duque de Alburquerque, desdibujado tras el
rostro de Jon Valera. Desfilamos ante las autoridades y el pueblo llano que nos
aclamaron como victoriosos, cuando aún no habíamos iniciado las escaramuzas,
que luego resultaron sacrificadas -en vidas, en tiempo y en recursos-. A las 18
horas del sábados protagonizamos en Combate del Portazgo, en las inmediaciones
del Puente Suazo, sobre las marismas, surcadas por sencillas lanchas cañoneras
que se habían montado bajo la supervisión de Diego de Alvear y Ponce de León.
Por la noche habíamos andado, esperando al resto de las tropas que llegaban de Bailén vía Málaga en las diligencias de la época. Hasta altas horas de la madrugada no arribaron hasta el Cuartel de Camposoto, donde les esperábamos más dormidos que despiertos. Es por eso que la noche del sábado fue más tranquila, salvo que junto al Observatorio Astronómico de San Fernando, se habían montado cientos de carpas donde se degustaban las típicas tapas gastronómicas de la Isla y de Cádiz, lo que hizo que, sumado a la ingente cantidad de público y preciosas damas que por allí discurrían, se retrasara nuestra hora de asueto una vez más.
A la mañana del domingo juramos la Constitución de Cádiz de 1812, ante el Alcalde de la Isla de León, hoy San Fernando, y bajo la atenta mirada de un cuadro de Fernando VII, antes El Deseado, ahora el Rey Felón -el muy desgraciao-.
Tras las condecoraciones oportunas de corbatas en cada bandera regimental iniciábamos salvas de ordenanza con la artillería y la mosquetería, retirándonos a nuestro acuartelamiento de Camposoto. Comida, despedida e izado de las piezas de artillería al remolque y de vuelta a Bailén por la autopista. A la tarde/noche cenábamos con la familia aunque bien perjudicados por tanto cansancio.
Manolo Ozáez desde San Fernando para B.I.
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