Artículo de Eufrasio Pérez Navío para el nº 111 de BAILÉN INFORMATIVO
Bailén y Riga, más unidos que nunca
Eufrasio Pérez Navío
Me solicita el Consejo de Redacción
de B.I. que escriba para los lectores mi experiencia letona durante los meses
estivales del año pasado, donde fijé mi residencia, temporalmente, en París de
Europa oriental, la ciudad de Riga, capital de Letonia.
Mis vínculos con esa ciudad se
remontan al año 2009 cuando en un Congreso de Educación celebrado en Madrid
conozco a tres buenos amigos: Irina, Ieva y Eriks. Las dos primeras son
profesoras de la Universidad de Letonia (http://www.lu.lv/eng) y el tercero es
Director de un importante Instituto de Formación Profesional no solo de Riga
sino, también, de todo el
país, aquí podéis consultar su web: http://www.rvt.lv
Mis tres grandes amigos ya me
invitaron a visitar su país en varias ocasiones pero nunca había tenido el
espacio suficiente para desplazarme hasta allí, aunque una cosa la tenía clara
y ellos lo sabían, era difícil que fuera en invierno para no tener que soportar
a los casi 30 grados bajo cero que se alcanzan, donde salir de casa se
convierte en una odisea y, donde tienes ganas de hacer de todo menos salir a la
calle.
Cuando llegué, en pleno mes de julio,
pensaba que haría frío pero mi sorpresa fue comprobar como a las 6 de la tarde
(una hora menos en España) una vez que el avión había tomado tierra el
comandante informaba que en el exterior de la aeronave el mercurio marcaba
33ºC.
Allí, esperándome y, después de
recoger las maletas, estaban Ieva y Eriks quienes me dieron la bienvenida con
un “Eu ya estás aquí”. Mi estancia en
Letonia era estrictamente profesional, iba a desarrollar labores de
investigación para mi docencia en la Universidad de Jaén y en el Colegio de
Educación Primaria “Diecinueve de Julio” del que soy Jefe de Estudios.
Recuerdo aquel día que aterricé, me
sentía un verdadero extranjero porque en otros países en los que he estado me
he defendido en inglés para comunicarme con las personas, pero en esta ocasión
ni sabía letón ni ruso que son los dos idiomas oficiales del país.
Afortunadamente mis buenos amigos sabían inglés y chapurreaban el español de
sus visitas a nuestro país, lo que no hubo problemas para comunicarme con
ellos. Aunque sí los tuve cuando tenía reuniones de trabajo, conferencias o
charlas que impartí en la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Letonia,
menos mal que Ieva traducía todo del español e inglés al letón, lo que hacía
que dichos eventos se convirtieran en algo sumamente pesado desde mi punto de
vista. Allí me comprometí a seguir aprendiendo letón y ruso para agilizar
futuras charlas.
Este pequeño país ubicado en el
centro de los tres países bálticos: Lituania, Letonia y Estonia, dejó de
pertenecer a la antigua URSS en 1991.
El apartamento en el que vivía de
alquiler, al principio me daba miedo porque era calcado a las películas del
régimen soviético. Además la estructura de los edificios me recordaba a
cualquier película de espionaje donde Rusia y Estados Unidos eran los enemigos.
Durante mi estancia en Riga, doné
varios ejemplares de la revista B.I. a la Biblioteca de la Universidad de
Letonia. Como muestra de agradecimiento, Ieva y Eriks, que estuvieron de visita
en España tras mi estancia, visitaron la sede de la Asociación Caecilia donde
recibieron una gran acogida y firmaron en el libro de honor de la asociación.
Además, Ieva en octubre ofreció una charla a los estudiantes del Colegio
“Diecinueve de Julio” y a estudiantes de
la Universidad de Jaén tras la invitación que le hice. Ella quedó emocionada
por visitar un centro de primaria de Bailén, poder conversar con estudiantes de
la UJA y conocer el funcionamiento de nuestro Sistema Educativo.
Para finalizar, me sorprendió
gratamente, una maravilla de la naturaleza. Además de los inmensos y frondosos
bosques del país, hubo algo que me llamó mucho la atención. La primera noche
desperté a las 4 de la madrugada pero mi sorpresa fue comprobar que al mirar
por la ventana de la habitación ya había amanecido y podía ver la sombra del
edificio que proyectaba el sol. Algunas noches me quedaba despierto hasta las 3
de la madrugada para comprobar como el cielo nunca se oscurecía del todo y mis
ojos podían ver, desde un lugar privilegiado de la ciudad, la aurora boreal.
Encuentro en el C.E.PR. “Diecinueve de Julio”
En casa de Dzintra Vilks, a 15 km de la frontera con Rusia.
En
el aeropuerto internacional de Riga
Después
de una conferencia en el Rigas Valsts Tehnikums
Trabajando
con Ieva, Irina y Emanuel
Entregando
revistas de B.I. a la Universidad de Letonia
Ieva
y Manuel Casado, Director del C.E.PR. “Diecinueve de Julio”
No hay comentarios:
Publicar un comentario