miércoles, 2 de enero de 2013

DÍA DE LA CONSTITUCIÓN



 

No levanta pasiones el Día de la Constitución en Bailén. Por algún motivo pasa desapercibido entre la población. Huimos hacia la playa, hacia la montaña, hacia las ciudades culturales del interior, hacia Lisboa, como Miguel Ángel y cía., antes que quedarnos en Bailén y disfrutar de un acontecimiento que todos deberíamos celebrar, aunque a mí este año me tocó quedarme en dique seco. Tal vez nuestros políticos locales no nos lo hagan atractivo -a buen seguro que ello contribuye a la desidia -, o quizás no le demos la importancia que representa el hecho de conmemorar el 31 aniversario de la Constitución de 1.978 que tanto nos costó conseguir: sangre, décadas y sudor. Nuestros hijos, nacidos en plena democracia nunca llegarán, aunque se lo expliquemos con mil detalles, a comprender el auténtico significado de lo que representa. Hoy, incorporados a la sociedad de naciones y compartiendo con el resto de los países europeos un espacio común de progreso, piensan que siempre fue así, que no se hicieron esfuerzos excepcionales en lograrlo. Y, por más que se lo expliquemos, como quiera que no lo han vivido, no alcanzan a vislumbrar su significado.

O tal vez sea mejor así: que lo entiendan como algo normal, imprescindible pero cotidiano, necesario pero presente, constante, verdadero, duradero, eterno, imperfecto pero el mejor sistema de los conocidos, como dijera Aristóteles hace más de 2.000 años. Con crisis, sí, pero también con su contrapunto positivo de acceso a la educación para todos nuestros hijos, con una sanidad universal, con un sistema de prestaciones para jubilados, incapacitados y desempleados del que pocos países del mundo mundial pueden presumir, inclusive modelo a seguir para muchas naciones que lo están incorporando en su agenda de viaje, como por ejemplo Estados Unidos, Chile o el emergente Brasil. O tal vez sea mejor así, que no se vea a nuestra joven democracia como algo etéreo, nobel, prescindible, o en peligro de extinción. Que no se perciba como un bicho raro. Que nuestros hijos no se cuestionen el modelo y crean que otros sistemas son posibles. En otros tiempos algunos pensaron así y ya conocen ustedes el resultado.

Por eso, tal vez la reflexión es que nuestros políticos locales, los autonómicos y los estatales, deben cuidar más de ese don que es la democracia y la libertad, deben potenciarla más, darla a conocer entre aquellos jóvenes que presumen de cultura y de conocimientos varios pero no saben quien fue Adolfo Suárez, o Landelino Lavilla, o el teniente general Gutiérrez Mellado, o Tierno Galván, o Ramón Tamames, y tantos y tantos que trabajaron desde todos los grupos políticos, exigiendo ¡si!, pero también cediendo en los momentos en que había que ceder para poder alcanzar acuerdos de futuro. A ellos, como es el caso del recién fallecido Jordi Solé Turá, y a otros anónimos que dejaron su vida en el camino por que hoy todos disfrutemos de la festividad del 6 de diciembre, Día de la Constitución, el recuerdo de mis sencillas palabras.

Manolo Ozáez

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