No deja de ser curioso que una Institución que hasta hace
escasas décadas sospechábamos ajena a las buenas prácticas ecologistas, incluso
contraria a ellas, con cierto desapego a la naturaleza - creíamos -, y violenta
en sus planteamientos, ahora resulta que nos enseñan a través de un código de
buena conducta, cómo recuperar los entornos medio ambientales. Y os digo esto
no desde la óptica de aquel que lo ha oído de un tercero, o que le han contado,
sino de quien lo comprueba por si mismo, a través de su mirada. En un cuartel
próximo a Madrid, apenas a 20 kilómetros de la capital, mientras disfruto de su
entorno, compruebo como el Ejército, nuestras Fuerzas Armadas, antes denostadas
y ahora encumbradas hasta el olimpo de la admiración, se ha propuesto
reforestar los terrenos que le sirven como acuartelamiento, y en donde conviven
cientos de personas con inquietudes, problemas, vicisitudes y alegrías como tú
y como yo, en estos momentos preocupados de enriquecer su entorno y mejorar, en
definitiva, su calidad de vida. En un espacio digno de ser captado por el mejor
fotógrafo, pero que vamos a obviar por razón de la discreción militar, se han
plantado miles de encinas y de pinos autóctonos de la zona. Entre sus ramas
anidan estorninos, palomas torcaces, trigueros, gorriones, abejarucos e
infinidad de aves migratorias, además de algún pájaro sin alas como el Ruiz Señor. De entre las rocas
milenarias aparece una liebre, cruzando junto a mis pies. A apenas doscientos
metros se almacenan varios carros de combate inservibles que esperan su último
viaje hasta el desguace como una nueva forma de reciclaje férrico.
No es solo eso, dice mi amigo el alférez "zetanico", sino que la
existencia de este cuartel, y su mantenimiento en el tiempo ha impedido que la
brutal pala excavadora hinque sus afilados dientes sobre el agreste campo,
salpicándolo de viviendas unifamiliares, acerados, farolas invasoras y amplias
avenidas donde se apilan miles de escandalosos vehículos, y hoy estuviéramos
privados de la natural belleza y plasticidad de este paraje, conservado por el
ejército y mimado por este, pues en esencia es su hogar.
Se hace
imprescindible desterrar imágenes caducas y estereotipos del pasado sobre
ciertas personas e Instituciones, pues os garantizo que tras los muros del
desconocimiento se abre un mundo distinto, sí, pero no más diferente que
cualquier otro de los que habitualmente nos encontramos a nuestro alrededor, y
del que a buen seguro aprenderíamos sublimes conceptos que en aquel otro
espacio en que nos movemos, han ido desapareciendo, y que costará enormes
esfuerzos recuperar para el futuro.
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