Publicado en el blog de Bailén Informativo el 12.06.2010
No hace más de tres minutos he acabado de leer un libro con
anécdota vital: "La Guerra del Fin del Mundo", de Mario Vargas Llosa,
de la editorial Seix Barral, edición de 1984. He ahí la anécdota, pues desde el
año 1984 o tal vez desde el 1985 tenía el libro en mi biblioteca particular,
oscurecido por el paso de los años a través de sus solapas, sin que me hubiera
dignado abrirlo, sobarlo, estudiarlo, auscultarlo, interesarme por él. Y no
entiendo, sinceramente el porqué, pues Vargas Llosa, y en general la literatura
hispanoamericana, siempre ha sido de mis favoritas -no voy a cometer el
tremendo error de relacionar nombres de autores americanos, pues siempre
omitiría a otros que me marcaron profundamente, caso de Pablo Neruda, de quien
siempre recordaré con nostalgia que su libro "Memorias. Confieso que he
vivido" fue el primero que me acercó a la literatura seria.
La historia, que no os la voy a descubrir, transcurre en la
región de Bahia, en el Brasil de finales del siglo XIX. Únicamente os indicaré
nombres para que naveguéis por internet en busca de información, que os aseguro
os conmoverá si algún conserváis algo de alma en el cuerpo. Anotar: Antonio
Consejero, Canudos, yagunzos, Calumbí, coronel Moreira César, el Barón de
Cañabrava, Joáo Abade, Pedráo, Joáo Grande, Jurema, Partido Republicano
Progresista, Partido Autonomista de Bahía, Galileo Gall, El Cambaio, María
Quadrado, El León de Natuba, El Beatito. Suficientes datos para ir trenzando la
historia.
Resulta que una historia que ocurrió hace más 110 años, y que
estuvo escondida en mi biblioteca particular durante más de 26 años, hoy asume
plena actualidad, incluso circula por ahí una excelente película brasileña,
creo que del director Glauber Rocha, que narra los terribles acontecimientos
ocurridos en Bello Monte a finales del XIX y que costaron la vida -se calcula-
de más de 25.000 inocentes, tanto yagunzos como soldados. Un terrible episodio
para un país, Brasil, del que como decía un amigo, no destaca nadie en la
historia universal salvo futbolistas, o deportistas como Airton Senna,
Fittipaldi, o algún que otro cantante como Roberto Carlos, Caetano Veloso o
Gilberto Gil. En lo demás son auténticos desconocidos para el resto del mundo.
Os invito, aunque la historia obviamente no es mía, a
profundizar en el episodio de Canudos y de Antonio Conselheiro, que también
Euclides Da Cunha narra en su novela "Los sertones".
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