Vuelvo a los orígenes del blog, cuando decidimos hacerlo al
alimón. Yo escribía y tú me contestabas. Tú relatabas y yo debatía contigo
sobre lo humano y lo divino, y sobre el tercer estado. Hoy, en la capital de
Jaén, con un amigo tuyo y mío, José Zamora Alguacil para más señas,
comentábamos sobre la laxitud de la vida cultural de Bailén, sobre cómo se
habían perdido, día a día, año tras año, valores y actos que adornaban nuestra
vida social desde la cultura.
Hablábamos sobre la pérdida del Pórtico Cultural de las
Fiestas de Julio, que se había convertido a la vez en referente festivo y en
paraninfo cultural, en unas fechas propicias para el ocio y la diversión por
gozar de tiempo libre los bailenenses, mientras expectantes permanecíamos a la
espera de unas ganadas vacaciones que postergábamos para más adelante. Luego
hablábamos, entre cafés, de la pérdida de identidad que ha supuesto para Bailén
la desaparición de las galas y actuaciones principales que se celebraban en la
Piscina Municipal, que todos llamábamos "Los Píos", y en la discoteca
del añorado "Manoli". Tiempos de disfrute, quizás también de
derroche... pero al fin y a la postre, cultural y festivo. ¿Qué nos queda hoy
de aquellos gloriosos años de galas de primer orden almacenados todavía en
nuestras retinas?
Coincidíamos en que poco a poco, día a día, en este último
lustro, habíamos perdido, casi en silencio, sin reproches, calladamente,
numerosos certámenes de rock, que aunque nacidos de la iniciativa privada,
contaban con apoyo municipal, pero es que, próximos los carnavales, echamos de
menos la gracia e improvisación de aquellos disfraces que enamoraban, que
lanzaban a la calle a miles de bailenenses para representar a ciertos
personajes nacidos de nuestros íntimos minutos de gloria. Y es que, como dicen
-decimos- algunos: "el carnaval ya no es lo que era", pues se le ha
encorsetado en un cuadrilátero de certámenes, concursos y premios que le han
hecho perder su esencia de contestatario y loco hasta el paroxismo.
Y, qué fue de aquellas "Ferias de la Tapa" que
tanto éxito tuvieron hace escasos ocho o nueve años, y que a la vez que servían
socialmente de distracción, fomentaban nuestra cultura gastronómica de la tapa.
Y qué de las concentraciones de motos, coches tuneados, y demás, que de vez en
cuando nos visitaban por estos lares y que cayeron en el olvido, presumimos que
por la desidia y desinterés de nuestro Ayuntamiento en atraerlos y en
fomentarlos.
Coincidíamos Pepe Zamora y yo en que nos habíamos convertido
en un pueblo de aburridos personajes, carentes del necesario orgullo para
denunciar esta sequía cultural, y si no, que se lo pregunten a los dueños de la
Sala Cambalache, que contra viento y marea administrativa, siguen apostando
fuerte por la combinación de ocio y cultura del pop y de otros estilos de
fusión musical. ¿Y qué fue de aquellas visitas de griegos de Spetses, que
anualmente les devolvíamos, y que abrían nuestras fronteras, nuestros ojos y
nuestros corazones europeistas? ¿Qué fue de aquella Federación Europea de
Ciudades con acontecimientos de Reconstrucción Histórica a la que
pertenecíamos, y que incluso en determinados períodos presidimos? ¿Alguien se
acordó alguna vez de invitar a nuestros amigos espesotas a visitarnos por las
Fiestas?
Sí, coincidíamos, amigo Miguel Ángel, en que habíamos caído
culturalmente tan bajo, que el día que pretendiéramos remontar el vuelo, como
Ave Fénix, nos topáramos con la cruel realidad de haber perdido la motricidad
en nuestras alas para siempre... ¡Con lo necesitados de cultura que andamos en
estos tiempos difíciles!
M.O.
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