Buenas tardes y gracias a todos por vuestra presencia. Hoy
más que nunca nos sentimos especialmente embajadores de la ciudad de Bailén y
de su historia. Por una parte presentamos la novela "Nunca supieron de qué
guerra se trataba" por primera vez fuera de las fronteras de la provincia
de Jaén. De otra, os traemos una reducida muestra de Recreacionismo Histórico
de época napoleónica, a Cabra, una ciudad de enorme tradición cultural e
histórica, lo que le confiere un singular potencial para diseñar y recrear
hechos históricos presentándoselos no solo a sus conciudadanos, sino a todas
aquellas personas amantes de la tradición histórica y de la cultura, que son
bastante más de lo que nos imaginamos. Como digo, hoy nos sentimos mas que
nunca emisarios de una nueva forma, curiosa y distinta, de entender nuestras
proezas y nuestras miserias, lo que nos hace sentir especiales. Según consta en
mi archivo de correos electrónicos, el 14 de octubre contactamos por primera
vez con Francisco Salamanca y con Manuel Chacón, presidente y vicepresidente de
la Asociación Cultural Dionisio Alcalá Galiano, en una suerte de primer
contacto para informarles de la publicación de mi novela, precisamente porque
el egabrense Alcalá Galiano se convierte, sin pretenderlo, en el protagonista
fundamental de la trama urdida en mi relato. Gracias a ellos por abrirnos de
par en par las colosales e imaginarias puertas de Cabra de Córdoba a un grupo
de bailenenses que desde aquel momento se convirtieron en sus eternos amigos.
Por supuesto, también nuestro agradecimiento a otras dos entidades culturales,
como son el periódico "El Egabrense", y "El Círculo de la
Amistad", sin los cuales este encuentro difícilmente se hubiera llevado a
cabo, así como a las autoridades que nos acompañan.
El marino egabrense Alcalá Galiano
escribía en su Diario de Julio de 1796:
"Como quiera que el sargento Fati, durante las comisiones, había estado liberado de responsabilidades, el actor Eusebio Ribera le recordó que se le había nombrado embaxador plenipotenciario de la noche, por lo que le porfió enumerara el programa de actividades lúdicas que tenia preparado.
Faustino dijo, y cito textualmente: "Como
me gusta empezar principiando por el inicio, comenzaremos con una sesión de
flamenco, bayle, cante y guitarreo, en la fonda que llaman de El Guante, que
tiene sesión continua desde la mañana y hasta que los cuerpos aguanten".
Luego de explicarnos que el sobrenombre del
"guante" le viene, que no lo tiene, por el cobijo que en él tienen
los rateros, ladrones y maleantes, nos aconsejó esconder collares, sortijas y
bolsas con reales, vellones y maravedíes, ya que "muchos fueron á por lana
y salieron trasquilados".
Hecha la advertencia, y á pocas palabras
bastan, nos dirigimos al lugar, situado en las callejas de Alcántara á través
de plaza de San Nicolás, Don Rodrigo, Plaza de San Pedro y Alcántara, en cuyo tramo
final, margen opuesta del río Guadalquivir, se ubica un edificio del siglo XV
avejentado, con enorme puerta de madera. Martilleado el llamador, nos es
despejado el paso al sonido de los goznes y al chirriar de los pernios
milenarios.
Si bien la entrada asemeja la oquedad de una
gruta, conforme avanzamos por la roca abovedada el espacio se abre en un
inmenso escenario central rodeado de numerosas mesas y sillas de anea. Dos
hermosas jóvenes, ataviadas con ropajes de campesinas acomodadas, nos sitúan en
la parte derecha frente al escenario.
El movimiento de ilustres no ha pasado
desapercibido pára los moradores del lugar, que miran con ojos de águila á la
altura de nuestras bolsas, debidamente ocultas á las aves de rapiña. Otros, sin
esconder la expresión ni el gesto, dirigen sus miradas á los pechos de nuestras
féminas acompañantes. En el caso de Emma Hart, divertida y burlona, se agacha
adrede, como si algún objeto se le hubiera escapado de entre las manos ácia el
suelo, dexando asomar medio seno, lo que envilece á los bribones. Es el momento
que aprovechamos Juan de Bouligny, Faustino, La Fayette, Nelson, Picornell y
quien escribe esto pára interponer los cuerpos entre nuestros acompañantes y la
chusma; y con un leve roce de acero toledano y un giro ácia atrás de la casaca,
imponer el órden y el concierto.
Apaciguados al instante los encendidos ánimos de los cobardes, á sabiendas de la condición de militares de algunos de mis compañeros, y de que no dudaríamos en hacer uso de nuestros sables, por sernos así exigido según el código de caballeros, el mesonero y las mesoneras nos sirven una pinta de vino de barril noble y olvidamos el incidente por ser á todos conveniente.
Nadie del grupo, incluida la esposa de Louis que se incorpora á tiempo, ha querido perderse la sesión flamenca á cargo de Francisco Ortega, conocido en los ambientes artísticos con el sobrenombre de "el Fillo", natural de Puerto Real y de etnia gitana. En toda Andalucía, y desde tiempo inmemorial, son ellos los que dominan los palos de dicho cante, considerado por la mayoría como un arte menor, de lo que tengo que exponer que difiero, habiéndome opuesto con vehemencia y argumentos mil en distintas ocasiones de mi vida á esa afirmación soez, lo que me ha costado mas de una disputa verbal con personas de escaso intelecto y nula sensibilidad.
De dicha música solamente puedo decir que en largas noches de luna llena y mar calma, he escuchado, á miles de millas de la península española, cruzando un océano de desconocidas rutas, el triste y ahogado grito de un cantaor narrando las desventuras de un amor frustrado, ó el melódico llanto por una madre fallecida, ó el desgarrador lamento por la pérdida de un hijo, y hacer llorar á hombres rudos, curtidos en cien batallas contra ingleses, franceses, turcos, moriscos, holandeses, portugueses, ó simplemente contra los elementos naturales como los vientos huracanados y las olas encrespadas.
Recuerdo de aquellos duros momentos de la mar
la extraña sensación de no poder resistirse al embrujo de la voz rota del
cantaor gitano, nuestro gitano de Isla de León, que en una petenera evocaba la
dura vida del marinero, alejado de la familia y de la tierra que lo vio nacer.
Los veintidós
"conspiradores" nos acomodamos, y levantando las copas brindamos
"por una España de pensamiento ilustrado y libre de tiranos". Oída
nuestra dedicatoria, algunos de los convecinos de mesa alzan sus vasos
secundándola. Otros, sin embargo, miran de soslayo entre incrédulos y
desafiantes, pero callan, bien por respeto ó bien por miedo. Nosotros también
curioseábamos, pues La Fayette ya no era el único que advirtió ocultas sombras
que nos observaban desde la distancia y la mesura.".
Este párrafo que os he
leído, forma parte del Diario escrito en primera persona por Dionisio Alcalá
Galiano, vuestro paisano y vecino, en Córdoba, en un mes de julio de 1796. En
su casa de Picadero del Potro, junto a las orillas del río Guadalquivir se
reúnen 21 personajes fundamentales de la Historia de España en aquel convulso
período de finales del siglo XVIII. Nos gobernaba Carlos IV, probablemente el
peor rey que hayamos sufrido los españoles, a excepción de su hijo Fernando
VII, que por entonces apenas contaba con 12 años, y que superó con creces la
calamitosa gestión real de su padre. Mientras el Imperio Español declinaba por
la ineptitud de nuestros gobernantes, los hombres de letras, los intelectuales,
los militares, los artistas e incluso determinados políticos ilustrados,
giraban la mirada hacia las nuevas corrientes de pensamiento liberal e
ilustrado que venían de Europa, principalmente de Francia e Inglaterra, las dos
grandes potencias europeas del momento, con permiso de Rusia.
Los hechos que Dionisio Alcalá Galiano nos relata en su diario "novelado", son fundamentales, quizás cruciales para entender los acontecimientos extraordinarios que ocurrirán posteriormente en España: la caída de varios primados como Floridablanca o el Conde de Aranda, el ascenso de Manuel Godoy, la humillante derrota de la armada francoespañola en el cabo de Trafalgar y, sobre todo, la ocupación de la península ibérica por los franceses, entonces aliados nuestros, y que degeneró en la llamada Guerra de la Independencia para los españoles, Guerra Peninsular para los británicos.
Todos estos hechos tienen su base en la espontanea Conspiración
urdida en la residencia cordobesa de Dionisio Alcalá Galiano en 1796 y en la
que convergen, como amigos de un amigo común, Michel Verdiguier, personajes tan
singulares para las enciclopedias como Pablo de Olavide, Francisco de Goya,
Leandro Fernández de Moratín, Juan Meléndez Valdés, Horacio Nelson, el Marqués
de La Fayette, la Duquesa de Alba, el Conde de Aranda, Gaspar Melchor de
Jovellanos o Blanco White, por citar algunos nombres de todos conocidos, hasta
el mágico número de 21. Luego irán apareciendo otros amigos, con rasgos y
personalidades muy definidos, que completarán la nómina de 49. El texto, que
encierra muchos más enigmas de los que aquí les enumero y que prefiero
guardarme para no descubrirles la sorpresa, es descubierto por dos jóvenes de
la ciudad de Baecula, o tal vez mejor decir Baecula-Caecilia, donde antaño se
libró una gran batalla entre romanos y cartaginenses que hoy se pretende
cuestionar por razones económicas y quizás también políticas. Estos jóvenes
reaccionan ante el hallazgo como si de un tesoro se tratase, y en realidad es
así, o al menos ellos lo creen así. El descubrimiento les cambiará sus vidas,
hasta el punto de distanciarlos durante décadas por motivos que también el
lector irá destapando página a página. Se reencuentran y, analizando sus vidas,
desde la atalaya de la distancia y de los diferentes episodios protagonizados
por cada uno en sus propias existencias, vuelven a introducirse en la trama del
DIARIO, dicho esto con mayúsculas, pues el DIARIO de Dionisio Alcalá Galiano,
que recoge unos hechos primordiales para el devenir de la historia de España,
es el eje de sus conductas, como lo es de todo el relato y de todos los
personajes que van apareciendo en ella, y que si no me equivoco rondan los 66.
¿Porqué Alcalá Galiano? Podríais preguntarme. Y yo os
respondería que son múltiples los motivos: primero su condición de marinero, el
mar, ese permanente reclamo para aquellos que vivimos en ciudades del interior,
o su condición de científico y aventurero, que le llevó a cruzar el Cabo de
Hornos, y a embarcar en la famosa expedición de Malaspina. Pero también sus
dotes militares, su patriotismo, su calidad de heroe, su paternidad sobre otro
gran hombre de las letras de principios del siglo XIX, como fue Antonio Alcalá Galiano,
pero sobre todas estas importantes cuestiones, la tragedia, la lírica de un
personaje que fallece en la épica batalla naval de Trafalgar, al mando del
navío Bahama, y que con apenas 45 años ha dejado una huella de leyenda en la
historiografía.
Podría haber utilizado otros personajes legendarios, como
Antonio Pareja, otro marino ilustre de Cabra, dos años mayor que Alcalá
Galiano, y de trayectoria pareja a él, pues en 1796, época en que se referencia
la presumible conspiración de Córdoba, tenía 39 años, dos más que nuestro
protagonista, también viajero y aventurero insaciable, participando como él en
la Batalla de Trafalgar al mando del navío Argonauta, aunque salvara la vida.
Que recorrió, como Galiano, América, pues llegó a ser gobernador y capitán
general de Chile, e incluso tuvo, como nuestro protagonista de la novela, una
muerte trágica, pues se suicidó en las costas chilenas tras la captura de una
goleta de la escuadra que mandaba. Realmente podría haber encajado entre el
increíble elenco de personajes de la trama, pero la imagen trágica y a la vez
profunda, liberal e ilustrada, que perseguía este autor, se proyectaba más en
la persona del marino Dionisio Alcalá Galiano.
Más de un amigo escritor y periodista, o simples enamorados
de la literatura, tras su lectura, me han sugerido que podría, perfectamente,
haber redactado dos a tres historias contenidas en el libro. Y es cierto, yo
mismo lo reconozco. Pero la imaginé así, así la soñé durante un año, y así
quise que viera la luz: entrecruzándose las historias, a pesar de ser distantes
los personajes, diferentes sus clases sociales, alejadas sus épocas, incluso
los lugares geográficos donde tienen objeto las acciones. Esa era, para el
autor, para mí, el intríngulis y la excelencia de la novela, y no estaba
dispuesto, a pesar de las imposiciones editorialistas, a renunciar a dicha
esencia.
Finalmente, animaros a que viváis la aventura de estos
personajes tan dispares y a la vez divertidos, conociendo al mismo tiempo la
historia, que es lo mismo que decir, conociéndonos a nosotros mismo. Animaros a
que os acerquéis a la literatura andaluza, compartiendo experiencias en
nuestras propias carnes. Muchas gracias.
Manuel N. Ozáez
No hay comentarios:
Publicar un comentario