Artículo aparecido en el blog de BAILÉN INFORMATIVO el 10.11.2010
Hoy, mi abuela Carmen Hernández Martínez, hubiera cumplido
100 años. Una fecha redonda, para enmarcar. Un siglo, con todos los
acontecimientos que se han ido sucediendo en él: la 1ª Guerra Mundial, que en
alguna ocasión me recordó que había oido hablar de ella por los periódicos,
pero que era apenas una niña. Sí recordaba con claridad meridiana la Guerra
Civil Española, pues viviendo en Jaén la sufrió en sus propias carnes. Nunca se
le olvidó los bombardeos a los que se sometió la capital para rendirla, que
dejaron numerosos muertos tirados en la calle (digo esto porque así me lo
contó, porque obviamente no lo viví en primera persona).
O acontecimientos internacionales: la Crisis de los misiles
en Cuba, la revolución cubana, la perestroika, la caida del muro de Berlín
(antes vivió el levantamiento de este), el resurgimiento de Alemania, la
llegada de Mao Tse Tung al poder en una china paupérrima, la Guerra de Camboya,
la de Vietnam, los asesinatos de los Kennedy, la revolución pacífica de Gandhi
contra la metrópoli británica. Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. La
moda hippie, la llegada de las minifaldas, el boom del turismo.
Pero también la llegada de la democracia a España, que vivió
con inusitada alegría, los mítines de los partidos en La Alameda y la Plaza de
Toros en Jaén; los primeros gobiernos de la UCD y del PSOE. El rock que
inundaba las calles, y que curiosamente no le desagradaba, al contrario que a
la mayoría de su generación. La pobreza, que se respiraba en cada esquina; la
miseria física y la intelectual. La falta de libertades pero también un viento
nuevo, joven, que barría el pasado en nuestras calles. La primera televisión en
blanco y negro, más tarde el color. Incluso vivió los primeros años de la
telebasura.
Su estrella se apagó por mor de la edad: ley de vida, pero no
quiero que se nuble su recuerdo. Hoy, de haber vivido, habría cumplido 100
años, y a buen seguro nos estaría contando algún chiste a los nietos y a los
bisnietos, pues su vitalidad y buen humor se convirtió en legendario entre
nuestros amigos y conocidos: la abuela de todos le llamó más de uno. Siempre
dispuesta a invitarnos a una cerveza en los calurosos meses del estío
jiennense, o a una copita de anís en la espera de "El Abuelo" en su
casa de la Merced Alta, a las 3 de la madrugada. El canto, la música: nada le
molestaba.
Por ello, ni quiero ni puedo dejar que caiga en el olvido,
sería injusto. Y con el recuerdo de mi abuela centenaria, lógicamente también
evoco a mi abuelo Luis "el Nichi", su fiel compañero, al que en más
de una ocasión tuvimos que ir a buscar a la Taberna de la esquina de la calle
Las Novias, pues entre vaso de vino y vaso de vino...
¡Qué menos que unas sencillas palabras para unas efemérides
tan importantes! 100 años. ¡Cuántos acontecimientos vividos! pero apenas ha
sido un soplo pues hace escasas fechas, recuerdo que aún me tomaba entre sus
brazos y me mesaba los pelos, aunque el preferido de mis abuelos era mi hermano
Juanma, en honor a la verdad, pero los demás, aunque no reyes, sí nos sentíamos
príncipes en su casa.
Mi sencillo homenaje a Carmen Hernández Martínez, mi abuela
centenaria.
Manolo Ozáez
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