jueves, 17 de enero de 2013

Presentación de la novela de Manuel Ozáez "Nunca supieron de qué guerra se trataba" en Cabra (Córdoba) el 3 de diciembre 2010. Intervención del autor.





Buenas tardes y gracias a todos por vuestra presencia. Hoy más que nunca nos sentimos especialmente embajadores de la ciudad de Bailén y de su historia. Por una parte presentamos la novela "Nunca supieron de qué guerra se trataba" por primera vez fuera de las fronteras de la provincia de Jaén. De otra, os traemos una reducida muestra de Recreacionismo Histórico de época napoleónica, a Cabra, una ciudad de enorme tradición cultural e histórica, lo que le confiere un singular potencial para diseñar y recrear hechos históricos presentándoselos no solo a sus conciudadanos, sino a todas aquellas personas amantes de la tradición histórica y de la cultura, que son bastante más de lo que nos imaginamos. Como digo, hoy nos sentimos mas que nunca emisarios de una nueva forma, curiosa y distinta, de entender nuestras proezas y nuestras miserias, lo que nos hace sentir especiales. Según consta en mi archivo de correos electrónicos, el 14 de octubre contactamos por primera vez con Francisco Salamanca y con Manuel Chacón, presidente y vicepresidente de la Asociación Cultural Dionisio Alcalá Galiano, en una suerte de primer contacto para informarles de la publicación de mi novela, precisamente porque el egabrense Alcalá Galiano se convierte, sin pretenderlo, en el protagonista fundamental de la trama urdida en mi relato. Gracias a ellos por abrirnos de par en par las colosales e imaginarias puertas de Cabra de Córdoba a un grupo de bailenenses que desde aquel momento se convirtieron en sus eternos amigos. Por supuesto, también nuestro agradecimiento a otras dos entidades culturales, como son el periódico "El Egabrense", y "El Círculo de la Amistad", sin los cuales este encuentro difícilmente se hubiera llevado a cabo, así como a las autoridades que nos acompañan.
El marino egabrense Alcalá Galiano escribía en su Diario de Julio de 1796:

"Como quiera que el sargento Fati, durante las comisiones, había estado liberado de responsabilidades, el actor Eusebio Ribera le recordó que se le había nombrado embaxador plenipotenciario de la noche, por lo que le porfió enumerara el programa de actividades lúdicas que tenia preparado.

Faustino dijo, y cito textualmente: "Como me gusta empezar principiando por el inicio, comenzaremos con una sesión de flamenco, bayle, cante y guitarreo, en la fonda que llaman de El Guante, que tiene sesión continua desde la mañana y hasta que los cuerpos aguanten".

Luego de explicarnos que el sobrenombre del "guante" le viene, que no lo tiene, por el cobijo que en él tienen los rateros, ladrones y maleantes, nos aconsejó esconder collares, sortijas y bolsas con reales, vellones y maravedíes, ya que "muchos fueron á por lana y salieron trasquilados".


Hecha la advertencia, y á pocas palabras bastan, nos dirigimos al lugar, situado en las callejas de Alcántara á través de plaza de San Nicolás, Don Rodrigo, Plaza de San Pedro y Alcántara, en cuyo tramo final, margen opuesta del río Guadalquivir, se ubica un edificio del siglo XV avejentado, con enorme puerta de madera. Martilleado el llamador, nos es despejado el paso al sonido de los goznes y al chirriar de los pernios milenarios.

Si bien la entrada asemeja la oquedad de una gruta, conforme avanzamos por la roca abovedada el espacio se abre en un inmenso escenario central rodeado de numerosas mesas y sillas de anea. Dos hermosas jóvenes, ataviadas con ropajes de campesinas acomodadas, nos sitúan en la parte derecha frente al escenario. 

El movimiento de ilustres no ha pasado desapercibido pára los moradores del lugar, que miran con ojos de águila á la altura de nuestras bolsas, debidamente ocultas á las aves de rapiña. Otros, sin esconder la expresión ni el gesto, dirigen sus miradas á los pechos de nuestras féminas acompañantes. En el caso de Emma Hart, divertida y burlona, se agacha adrede, como si algún objeto se le hubiera escapado de entre las manos ácia el suelo, dexando asomar medio seno, lo que envilece á los bribones. Es el momento que aprovechamos Juan de Bouligny, Faustino, La Fayette, Nelson, Picornell y quien escribe esto pára interponer los cuerpos entre nuestros acompañantes y la chusma; y con un leve roce de acero toledano y un giro ácia atrás de la casaca, imponer el órden y el concierto.



Apaciguados al instante los encendidos ánimos de los cobardes, á sabiendas de la condición de militares de algunos de mis compañeros, y de que no dudaríamos en hacer uso de nuestros sables, por sernos así exigido según el código de caballeros, el mesonero y las mesoneras nos sirven una pinta de vino de barril noble y olvidamos el incidente por ser á todos conveniente.

Nadie del grupo, incluida la esposa de Louis que se incorpora á tiempo, ha querido perderse la sesión flamenca á cargo de Francisco Ortega, conocido en los ambientes artísticos con el sobrenombre de "el Fillo", natural de Puerto Real y de etnia gitana. En toda Andalucía, y desde tiempo inmemorial, son ellos los que dominan los palos de dicho cante, considerado por la mayoría como un arte menor, de lo que tengo que exponer que difiero, habiéndome opuesto con vehemencia y argumentos mil en distintas ocasiones de mi vida á esa afirmación soez, lo que me ha costado mas de una disputa verbal con personas de escaso intelecto y nula sensibilidad.

De dicha música solamente puedo decir que en largas noches de luna llena y mar calma, he escuchado, á miles de millas de la península española, cruzando un océano de desconocidas rutas, el triste y ahogado grito de un cantaor narrando las desventuras de un amor frustrado, ó el melódico llanto por una madre fallecida, ó el desgarrador lamento por la pérdida de un hijo, y hacer llorar á hombres rudos, curtidos en cien batallas contra ingleses, franceses, turcos, moriscos, holandeses, portugueses, ó simplemente contra los elementos naturales como los vientos huracanados y las olas encrespadas.

Recuerdo de aquellos duros momentos de la mar la extraña sensación de no poder resistirse al embrujo de la voz rota del cantaor gitano, nuestro gitano de Isla de León, que en una petenera evocaba la dura vida del marinero, alejado de la familia y de la tierra que lo vio nacer.

Los veintidós "conspiradores" nos acomodamos, y levantando las copas brindamos "por una España de pensamiento ilustrado y libre de tiranos". Oída nuestra dedicatoria, algunos de los convecinos de mesa alzan sus vasos secundándola. Otros, sin embargo, miran de soslayo entre incrédulos y desafiantes, pero callan, bien por respeto ó bien por miedo. Nosotros también curioseábamos, pues La Fayette ya no era el único que advirtió ocultas sombras que nos observaban desde la distancia y la mesura.".

Este párrafo que os he leído, forma parte del Diario escrito en primera persona por Dionisio Alcalá Galiano, vuestro paisano y vecino, en Córdoba, en un mes de julio de 1796. En su casa de Picadero del Potro, junto a las orillas del río Guadalquivir se reúnen 21 personajes fundamentales de la Historia de España en aquel convulso período de finales del siglo XVIII. Nos gobernaba Carlos IV, probablemente el peor rey que hayamos sufrido los españoles, a excepción de su hijo Fernando VII, que por entonces apenas contaba con 12 años, y que superó con creces la calamitosa gestión real de su padre. Mientras el Imperio Español declinaba por la ineptitud de nuestros gobernantes, los hombres de letras, los intelectuales, los militares, los artistas e incluso determinados políticos ilustrados, giraban la mirada hacia las nuevas corrientes de pensamiento liberal e ilustrado que venían de Europa, principalmente de Francia e Inglaterra, las dos grandes potencias europeas del momento, con permiso de Rusia.

Los hechos que Dionisio Alcalá Galiano nos relata en su diario "novelado", son fundamentales, quizás cruciales para entender los acontecimientos extraordinarios que ocurrirán posteriormente en España: la caída de varios primados como Floridablanca o el Conde de Aranda, el ascenso de Manuel Godoy, la humillante derrota de la armada francoespañola en el cabo de Trafalgar y, sobre todo, la ocupación de la península ibérica por los franceses, entonces aliados nuestros, y que degeneró en la llamada Guerra de la Independencia para los españoles, Guerra Peninsular para los británicos.
Todos estos hechos tienen su base en la espontanea Conspiración urdida en la residencia cordobesa de Dionisio Alcalá Galiano en 1796 y en la que convergen, como amigos de un amigo común, Michel Verdiguier, personajes tan singulares para las enciclopedias como Pablo de Olavide, Francisco de Goya, Leandro Fernández de Moratín, Juan Meléndez Valdés, Horacio Nelson, el Marqués de La Fayette, la Duquesa de Alba, el Conde de Aranda, Gaspar Melchor de Jovellanos o Blanco White, por citar algunos nombres de todos conocidos, hasta el mágico número de 21. Luego irán apareciendo otros amigos, con rasgos y personalidades muy definidos, que completarán la nómina de 49. El texto, que encierra muchos más enigmas de los que aquí les enumero y que prefiero guardarme para no descubrirles la sorpresa, es descubierto por dos jóvenes de la ciudad de Baecula, o tal vez mejor decir Baecula-Caecilia, donde antaño se libró una gran batalla entre romanos y cartaginenses que hoy se pretende cuestionar por razones económicas y quizás también políticas. Estos jóvenes reaccionan ante el hallazgo como si de un tesoro se tratase, y en realidad es así, o al menos ellos lo creen así. El descubrimiento les cambiará sus vidas, hasta el punto de distanciarlos durante décadas por motivos que también el lector irá destapando página a página. Se reencuentran y, analizando sus vidas, desde la atalaya de la distancia y de los diferentes episodios protagonizados por cada uno en sus propias existencias, vuelven a introducirse en la trama del DIARIO, dicho esto con mayúsculas, pues el DIARIO de Dionisio Alcalá Galiano, que recoge unos hechos primordiales para el devenir de la historia de España, es el eje de sus conductas, como lo es de todo el relato y de todos los personajes que van apareciendo en ella, y que si no me equivoco rondan los 66.

¿Porqué Alcalá Galiano? Podríais preguntarme. Y yo os respondería que son múltiples los motivos: primero su condición de marinero, el mar, ese permanente reclamo para aquellos que vivimos en ciudades del interior, o su condición de científico y aventurero, que le llevó a cruzar el Cabo de Hornos, y a embarcar en la famosa expedición de Malaspina. Pero también sus dotes militares, su patriotismo, su calidad de heroe, su paternidad sobre otro gran hombre de las letras de principios del siglo XIX, como fue Antonio Alcalá Galiano, pero sobre todas estas importantes cuestiones, la tragedia, la lírica de un personaje que fallece en la épica batalla naval de Trafalgar, al mando del navío Bahama, y que con apenas 45 años ha dejado una huella de leyenda en la historiografía.

Podría haber utilizado otros personajes legendarios, como Antonio Pareja, otro marino ilustre de Cabra, dos años mayor que Alcalá Galiano, y de trayectoria pareja a él, pues en 1796, época en que se referencia la presumible conspiración de Córdoba, tenía 39 años, dos más que nuestro protagonista, también viajero y aventurero insaciable, participando como él en la Batalla de Trafalgar al mando del navío Argonauta, aunque salvara la vida. Que recorrió, como Galiano, América, pues llegó a ser gobernador y capitán general de Chile, e incluso tuvo, como nuestro protagonista de la novela, una muerte trágica, pues se suicidó en las costas chilenas tras la captura de una goleta de la escuadra que mandaba. Realmente podría haber encajado entre el increíble elenco de personajes de la trama, pero la imagen trágica y a la vez profunda, liberal e ilustrada, que perseguía este autor, se proyectaba más en la persona del marino Dionisio Alcalá Galiano. 

Más de un amigo escritor y periodista, o simples enamorados de la literatura, tras su lectura, me han sugerido que podría, perfectamente, haber redactado dos a tres historias contenidas en el libro. Y es cierto, yo mismo lo reconozco. Pero la imaginé así, así la soñé durante un año, y así quise que viera la luz: entrecruzándose las historias, a pesar de ser distantes los personajes, diferentes sus clases sociales, alejadas sus épocas, incluso los lugares geográficos donde tienen objeto las acciones. Esa era, para el autor, para mí, el intríngulis y la excelencia de la novela, y no estaba dispuesto, a pesar de las imposiciones editorialistas, a renunciar a dicha esencia.

Finalmente, animaros a que viváis la aventura de estos personajes tan dispares y a la vez divertidos, conociendo al mismo tiempo la historia, que es lo mismo que decir, conociéndonos a nosotros mismo. Animaros a que os acerquéis a la literatura andaluza, compartiendo experiencias en nuestras propias carnes. Muchas gracias.

Manuel N. Ozáez

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