miércoles, 9 de enero de 2013

Antonio Gómez Huertas (texto currículum para los PREMIOS CAECILIA)




Hubo quien sugirió la lectura de su extenso curriculum profesional y personal, que incluye, entre otras consideraciones, el haber sido Alcalde de Bailén durante más de doce años, y otros tantos de Concejal Electo, siempre por el Partido Socialista; o su condición de diputado provincial por la comarca norte de Jaén. Alguien nos recordó que fue presidente de la Asociación para el Desarrollo Norte de la provincia de Jaén, PRODECAM, o presidente de la Asociación Europea de las Ciudades para la Reconstrucción de los Hechos Históricos. De ahí su pasión por la pequeña isla griega de Spetses que culminó en un hermanamiento sincero y emotivo que duró lo que duró, sin más.

No faltó quien nos recordara su debilidad por sus hijos Elena y Antoñito, su conocimiento acerca de las virtudes y defectos de sus paisanos bailenenses, su pasión por el urbanismo, que lo hacía soñar con una ciudad a medida de sus habitantes, con anchas avenidas, con coquetas plazas, amplios polígonos donde ubicar el diferenciado tejido industrial de Bailén. Le volvía loco el urbanismo, y es posible que la arquitectura fuera su auténtica y frustrada profesión, lo que no le costaba reconocer en determinados corrillos al olor de una estimulante paella, pues la cocina se había convertido en otra de sus aficiones.

Otros, movidos por el angosto camino de la literatura lo definían como un hombre de la progresía de los setenta y de los ochenta, amante de las melodías de Joan Manuel Serrat, de Ovidi Montllor, de María del Mar Bonet o Pi de la Serra, entre otros de la Nova Cançó. O de los ritmos contestatarios de la Nueva Trova Cubana encarnados en las letras de Pablo Milanés, Noel Nicola, René Urquijo o el mismo Silvio Rodríguez.

Algunos dibujaron a ANTONIO GÓMEZ HUERTAS como un soñador empedernido, que, junto a Lola, diseñó su propio mundo al margen de desesperanzas y frente a las realidades materiales de este otro mundo que se les antojaba mezquino, como lo fue la terrible enfermedad que durante más de diez años no le pudo, y contra la que luchó denodadamente, sin rendiciones, sin tiempos muertos, sin subterfugios, de cara, de frente, con la cabeza alta y la mirada aún latente. Siempre amagó su sonrisa, a pesar de que la suerte le fuera en ocasiones esquiva.
Nos negamos a que fuera un panegírico, una oda, una alabanza, pues no queríamos que asemejara algo carente o simplemente pedante, de ahí que entre luces y entre sombras resurgiera su figura y su presencia, siempre poderosa por donde transcurriera. Algunos lo recordamos comentando con Fatsulas, el afamado ex jugador de baloncesto y ahora diputado griego, o con Zidane y Valdano de la mano de su pareja en Lisboa, una ciudad de la que quedó prendado y a la que huía de soslayo cuando el cielo se le venía encima. O la misma ciudad de Bruselas, donde su corazón sin fronteras se abría en miles de proyectos para una Europa de los ciudadanos, de las personas, y no de las utopías y las distancias.

Pero es que aún hoy, escribiendo estas líneas, me niego, o mejor nos negamos, a limitarnos a leer un frío curriculum vitae, de alguien a quien conocimos en Bailén Informativo, con quien nos reunimos en maratonianas sesiones, con quien discutimos y porfiamos, incluso en la pelea dialéctica, pero a quien hoy homenajeamos por todo lo que hizo por nosotros, seres sencillos pero en el fondo agradecidos con Antonio, EL ALCALDE.

Nosotros solo tuvimos ojos para el hombre que se escondía detrás del personaje público, ojos para quien suspiraba leyéndole a Lola los Veinte Poemas de Amor, y la Desesperada Canción Desesperada susurrándole TE QUIERO al oído. Fijábamos la mirada en la fotografía del Antonio luchador y optimista, del amigo entregado, del Antonio enamorado e ilusionado al que el azar caprichoso, un atardecer de mayo, le gastó una mala jugada. Aún la brisa nos trae su encendido aroma y una frase que acuñó al abrigo de la lluvia, al abrazo de la noche de Zocueca, o descalzo sobre las arenas de cualquier playa: ¡Qué no daría yo por empezar de nuevo!


Llegará el día en que desde las páginas de BAILÉN INFORMATIVO pidamos una calle, YA, nunca más merecida que ahora, con el nombre de ALCALDE ANTONIO GÓMEZ HUERTAS.


ideado por Manolo Ozáez

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