jueves, 23 de abril de 2020

Apariciones en prensa

Artículo del autor en la revista del Colegio de Mediadores de Seguros

Revista del Colegio de Graduados Sociales de España

Revista Collegium del Colegio de GG.SS. de Jaén

martes, 21 de abril de 2020

Asociación ARES de Reservistas Españoles

Crisis y desconfianza: el olvido de la Reserva Militar de Voluntarios

21/04/2020

La idea principal de la Reserva Militar de Voluntarios (RMV), el origen de todo, la razón por la que un país se dota de un contingente de ciudadanos suficientemente instruidos y disponibles para incorporarse a prestar servicio a su Patria, adquiriendo temporalmente la condición de militar, no es otra que la previsión de una situación de crisis excepcional que justifique tal medida.
Echando una mirada a nuestro alrededor, vemos en la prensa internacional como países con modelos de Fuerzas Armadas profesionales bien desarrollados, como Francia, Alemania, Países Bajos, etc., no tardaron mucho en activar Reservistas Voluntarios (RV), desde el comienzo de la crisis sanitaria, en sus respectivos territorios. Muchos de esos países han activado reservistas en las labores principales de apoyo a las instituciones civiles y también en labores de seguridad, como la Gendarmería francesa que dispone de un contingente de reservistas considerable. En este último punto cabe señalar que en España, la Guardia Civil ni siquiera se ha planteado nunca esa posibilidad, a pesar de tener una dilatada e inmejorable experiencia de muchos años con los Guardias Civiles Auxiliares, que tan buen resultado e inestimable rendimiento aportaron en muchos años muy difíciles.
Todas las circunstancias que se han producido aconsejan la incorporación inmediata de Reservistas Voluntarios: se genera la crisis, se decreta el estado de alarma, se recurre a las Fuerzas Armadas una vez que las instituciones civiles lo demandan por que la situación les sobrepasa y por último y sobre todo, los Reservistas Voluntarios están mayoritariamente disponibles al haber cesado su actividad civil y encontrarse confinados en sus casas. Nunca van a estar más disponibles.
Tanto es así, que la Asociación ARES, ante la masiva inquietud de sus socios, ha promovido el voluntariado de estos a través de sus delegados provinciales, con instituciones como la Asociación Española Contra el Cáncer, con un éxito rotundo, tanto por el carácter del reservista y por la disponibilidad en que se encuentra.
Entre la poca literatura existente, el general Bernardo Echepare, jefe de la extinta Oficina General de Reservistas, explicaba claramente en la revista Ejército la idea de incorporación de RV en las distintas situaciones, ordinarias y de crisis en sus distintas previsiones de escalada.
Sin embargo, por mucho estupor que nos produzca, el Ministerio de Defensa no ha hecho ni siquiera un amago de intención de utilización de la Reserva Militar de Voluntarios. Las subdelegaciones de Defensa hicieron un sondeo de disponibilidad de sus RV para labores de apoyo a viudas y jubilados, solo a algunos reservistas y un mes después del decreto del estado de alarma, que se quedó en eso, un mero sondeo.
Preguntado por esto al jefe del gabinete del JEMAD en una de las ruedas de prensa diarias del gabinete de expertos del Gobierno, quedó demostrado que los máximos responsables de las FAS, a día de hoy, no distinguen bien entre RV, Reservistas de Especial Disponibilidad (RED) o militares profesionales en situación de reserva y desde luego no conocen protocolo o plan de movilización alguno.
Solo dos razones parecen justificar esta actitud del Gobierno de no hacer uso de la RMV en la más clara situación de crisis que posiblemente vaya a presentarse en mucho tiempo:
La primera podría ser que tanto la naturaleza de la crisis como la estructura y composición de la RMV no se adaptaran la una a la otra. No parece que fuera esta la razón a la vista de cómo miles de ciudadanos, civiles, han dado un paso al frente para colaborar con todo tipo de instituciones en labores de apoyo a los más vulnerables, en tareas logísticas, de apoyo sanitario, de transporte, incluso de simple presencia, tan necesaria a veces para la tranquilidad de la gente. Además, vemos como multitud de unidades militares están participando en tareas que nada tienen que ver con la profesión de las armas y sí con el valor y el espíritu de servicio del militar, permanente o no.
La segunda razón tendría que ser la desconfianza. Parece que los responsables máximos, no está muy claro si civiles o militares, no confían en los Reservistas Voluntarios en el momento en que más justificada está su incorporación. Esta razón, que es la que nos parece más probable, se debe tanto a prejuicios como al desconocimiento que las Fuerzas Armadas siguen teniendo hoy en día, después de nada menos que 15 años, sobre las capacidades y el uso de la RMV.
En todo caso, tras la catastrófica experiencia que está viviendo nuestra nación, van a quedar claras dos cosas. Que no se confía en la RMV. Que no existen planes de movilización masiva de Reservistas Voluntarios.

viernes, 10 de abril de 2020

Francisco Ozáez Gámez


Francisco Ozáez Gámez, del Cuerpo de Seguridad del reinado de Alfonso XIII, destinado en Jaén con el número de carnet profesional nº 17.

Este cuerpo es el antecedente del actual Cuerpo Nacional de Policía, que nace de la Restauración, tras la proclamación de Alfonso XII.


lunes, 6 de abril de 2020

Noticias

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06 de abril de 2020

OPINIÓN: UN APLAUSO PARA NOSOTROS, por Manuel Ozáez Gutiérrez, Graduado Social de Jaén

OPINIÓN: UN APLAUSO PARA NOSOTROS, por Manuel Ozáez Gutiérrez, Graduado Social de JaénAdjuntamos enlace a artículo publicado por nuestro compañero Manuel Ozáez Gutiérrez, Graduado Social de Jaén.

Un aplauso para nosotros


http://baileninformativo.blogspot.com/search?q=aplauso

miércoles, 1 de abril de 2020

Un aplauso para nosotros.

Estamos viviendo un momento extraordinario, que los que peinamos canas nunca habíamos vivido, aún menos los más jóvenes. Nos está desbordando por los cuatro costados. En algunos casos, durante el confinamiento al que estamos obligados, está surgiendo lo peor, pero también lo mejor de cada uno de nosotros. La solidaridad, aunque tarde, está apareciendo, espontáneamente, que además es como debe de ser, no porque se la fuerce, pues perdería su esencia humana.

Se dicen por los medios lapidarias frases, de las que algunas quedarán en el imaginario popular, se recuperan viejas canciones, olvidadas en el cajón de la buhardilla, que tienen plena vigencia en la crisis actual -no las nombraré porque son de sobra conocidas-, convertidas en himnos para una época que yo denominaría con una palabra: TRISTE.

Por encima de los miedos, que los hay. Por encima de los errores gubernativos, que los hay. Muy por encima del papel absurdo de la oposición en martillear al gobierno, pero sin arrimar el hombro, sin ofrecer una mano para ayudar. Muy por encima de los miserables que quieren acogerse, fraudulentamente, a ver por donde pillo cacho y me acojo a las medidas del Gobierno para cobrar una subvención, que también los hay. Muy por encima del dolor de las familias por la pérdida de las personas queridas, en silencio, la sensación que recorre el ambiente es de TRISTEZA.

Estar confinado no debería ser un motivo de tristeza, en la mayoría de los casos, puesto que hay miles de cosas que dejamos pendientes de hacer en la casa y ahora tenemos tiempo para ponernos al día. Supone un precioso tiempo que compartir con los seres queridos, con los hijos. En muchos casos que estamos viendo, los padres se reciclan estudiando a la par que los hijos en sus deberes. Cogemos libros empolvados que no pudimos -o supimos- terminar de leer. Limpiamos el viejo tocadiscos, o el radiocasete que aún funciona y sacudimos los LP y las cintas para escuchar la música que oíamos en los años 80, 90 y 2000.

La tristeza nos viene por no ver a nuestros seres queridos, los padres, los hijos, los abuelos, las parejas, refugiados bajo otro techo. Por no acompañar a los enfermos durante su aislamiento. Tristeza por perder el hábito del café o la cerveza con el amigo, o las noches de cine y copas con la pareja. Aún más tristeza cuando se entierra a un ser querido y nos es imposible tramitarle nuestro pésame, manifestar los sentimientos, en la soledad de un tanatorio vacío, sin palabras, sin sonidos. Esas son las tristezas a las que me refiero.

Yo no salgo a mi balcón a aplaudir a nadie porque apenas tengo vecinos a mi alrededor, y sería un aplauso al viento y en silencio, pero os prometo que desde mi corazón aplaudo al personal de la Sanidad Española, que le están echando unos cojones de cojones. Aplaudo a las fuerzas de Seguridad del Estado, como la Guardia Civil, que siempre están próximas a nosotros, y que ahora ayudan más que lo han hecho nunca, probablemente, y creo que es la impresión que todo español tiene en estos momentos. Aplaudo a la policía nacional, que se lo está currando, como las distintas policías locales, todos ellos coordinados -ahí están la cantidad de vídeos que circulan por las redes sociales, que dan fe de ello-. Aplaudo al Ejército Español que, aunque en ocasiones no los vemos, salvo en Bailén en las Fiestas de Julio, también están haciendo una labor encomiable, y no solo la UME, sino todos. No se nos olviden que son jóvenes de aquí, de nuestra tierra, nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros sobrinos.

Por supuesto aplaudo a las cajeras y cajeros -que también haylos- de los supermercados, y al dependiente de la tienda de barrio; aplaudo a los camioneros, como siempre he hecho; aplaudo a los conductores de grúas, ambulancias, servicios de limpieza; limpiadoras, amas de casa; autónomos; niños por aguantar este encierro; mayores, que son los que más están muriendo, pero ¡coño! quién se acuerda de los Graduados Sociales, Abogados, Gestores Administrativos, Asesores laborales y fiscales que, de forma callada, silenciosa, sin que nadie nos aplauda, desde nuestros despachos, nos estamos dejando la piel, como nunca nos la hemos dejado en nuestra vida, de por sí ya estresante.

Los famosos ERTEs, de los que todo el mundo ahora ya sabe y opina -je, je, je, je- pero que todos desconocen. Los desempleos de los trabajadores de los ERTEs, las ayudas de los autónomos, los fondos ICO, las medidas para las moratorias de pago de hipotecas, alquileres, aplazamientos de cuotas en la Seguridad Social o en Hacienda. Y mil cosas más que han surgido los últimos días por Decreto de un plumazo, que nos están volviendo locos, a los españoles en general y a los asesores laborales y fiscales en particular. EN MI VIDA HE LEÍDO MÁS REALES DECRETOS Y ÓRDENES MINISTERIALES JUNTAS EN EL MENOR TIEMPO POSIBLE.

Sí, es cierto que se trata de una profesión en la que todos los días aprendes, en la que todos los días te reciclas, una de nuestras razones de ser, pero amigo, ¡no tanto! Que sí, que sí, que todos merecen un aplauso, con el alma y con el corazón, pero, al igual que Gabriel García Márquez escribió "El coronel no tiene quién le escriba", yo quiero dejar una de esas frases para el futuro: "Los Graduados Sociales, los Abogados, los Gestores Administrativos, no tenemos quien nos aplauda", por eso les aplaudo/me aplaudo, porque sin ese ánimo, no sé yo quien, en estos tiempos de inmovilidad y de confinamiento, presentaría los impuestos fiscales para que nuestra economía subsista en un futuro, y con ello se puedan construir hospitales y pagarle al personal de la Sanidad. Quién sin nosotros confeccionaría las nóminas y consiguientemente los seguros sociales para que las empresas puedan pagar sus cargas sociales, que permiten que nuestros mayores puedan percibir sus pagas de jubilación, de viudedad o de invalidez, y que nuestros parados puedan acceder a esas ayudas, siempre mínimas, del desempleo.

No podemos, ni debemos caer enfermos. Le hemos pedimos reiteradamente, a través de nuestros Colegios Profesionales, conjuntamente, al presidente del gobierno, a la ministra de Hacienda, que prorrogue los plazos de presentación del primer trimestre fiscal, de las declaraciones del IRPF, y han sido escritos desechados en la papelera de cualquier rincón de los Ministerios. No podremos caer enfermos, a pesar del riesgo de contagio al atender a los numerosos clientes, al recoger las facturas y documentaciones que nos entregarán en papel, en ocasiones contaminado. Os garantizo que estaremos ahí los Graduados Sociales, los Abogados, los Gestores y resto de profesionales que realizamos estas gestiones para que este país siga funcionando, y para que, cuando escapemos de este estado de alarma por el COVID-19, esta nación, país o Estado tan extraordinario, con tanta historia a sus espaldas, y tan aplaudidor, pueda resurgir de sus cenizas como ave fénix que brota desde sus heridas.

¿Quién vela por nuestra salud financiera, de las empresas, de los trabajadores, de las familias, sino nosotros?, los grandes olvidados, a los que nadie aplaude porque los aplausos ya están suscritos, comprometidos, ya están gastadas y enrojecidas nuestras manos.

E insisto, aplaudo a las cajeras, a las policías, a los militares, a los sanitarios, a los funcionarios, a los sin techo, a los desempleados, porque todos estamos en el mismo barco y navegamos por el mismo océano de incertidumbre. No nos queda otra que remar todos juntos y en la misma dirección, así que los políticos que se arremanguen, no es tiempo de las críticas, que para eso ya se abrirá su período, se disparará el fuego de artillería desde los escaños del Congreso y desde los taburetes de los bares. Para eso ya habrá después un tiempo. Ahora no cabe otra que subirse las calzas, denudarse la corbata, colgar la chaqueta y colaborar donde se pueda.

En lo demás, en lo de la tristeza, cada cual carga con su cruz como puede. Otros, recogen los frutos de lo que en vida fueron sembrando. La única beneficiada la naturaleza, que cada día de nuestro encierro, se regenera de nuevo, ganando parte del terreno que le fue tomado. Un aplauso para la naturaleza, ¿por qué no?


Manolo Ozáez Gutiérrez
Graduado Social de Jaén

JIRONES EN LA NOCHE. Nuevo libro de poesía de Nicolás Manuel Ozáez