viernes, 4 de enero de 2013

¡Ay, amigo Miguel Ángel!




Vuelvo a los orígenes del blog, cuando decidimos hacerlo al alimón. Yo escribía y tú me contestabas. Tú relatabas y yo debatía contigo sobre lo humano y lo divino, y sobre el tercer estado. Hoy, en la capital de Jaén, con un amigo tuyo y mío, José Zamora Alguacil para más señas, comentábamos sobre la laxitud de la vida cultural de Bailén, sobre cómo se habían perdido, día a día, año tras año, valores y actos que adornaban nuestra vida social desde la cultura. 

Hablábamos sobre la pérdida del Pórtico Cultural de las Fiestas de Julio, que se había convertido a la vez en referente festivo y en paraninfo cultural, en unas fechas propicias para el ocio y la diversión por gozar de tiempo libre los bailenenses, mientras expectantes permanecíamos a la espera de unas ganadas vacaciones que postergábamos para más adelante. Luego hablábamos, entre cafés, de la pérdida de identidad que ha supuesto para Bailén la desaparición de las galas y actuaciones principales que se celebraban en la Piscina Municipal, que todos llamábamos "Los Píos", y en la discoteca del añorado "Manoli". Tiempos de disfrute, quizás también de derroche... pero al fin y a la postre, cultural y festivo. ¿Qué nos queda hoy de aquellos gloriosos años de galas de primer orden almacenados todavía en nuestras retinas?

Coincidíamos en que poco a poco, día a día, en este último lustro, habíamos perdido, casi en silencio, sin reproches, calladamente, numerosos certámenes de rock, que aunque nacidos de la iniciativa privada, contaban con apoyo municipal, pero es que, próximos los carnavales, echamos de menos la gracia e improvisación de aquellos disfraces que enamoraban, que lanzaban a la calle a miles de bailenenses para representar a ciertos personajes nacidos de nuestros íntimos minutos de gloria. Y es que, como dicen -decimos- algunos: "el carnaval ya no es lo que era", pues se le ha encorsetado en un cuadrilátero de certámenes, concursos y premios que le han hecho perder su esencia de contestatario y loco hasta el paroxismo.

Y, qué fue de aquellas "Ferias de la Tapa" que tanto éxito tuvieron hace escasos ocho o nueve años, y que a la vez que servían socialmente de distracción, fomentaban nuestra cultura gastronómica de la tapa. Y qué de las concentraciones de motos, coches tuneados, y demás, que de vez en cuando nos visitaban por estos lares y que cayeron en el olvido, presumimos que por la desidia y desinterés de nuestro Ayuntamiento en atraerlos y en fomentarlos.

Coincidíamos Pepe Zamora y yo en que nos habíamos convertido en un pueblo de aburridos personajes, carentes del necesario orgullo para denunciar esta sequía cultural, y si no, que se lo pregunten a los dueños de la Sala Cambalache, que contra viento y marea administrativa, siguen apostando fuerte por la combinación de ocio y cultura del pop y de otros estilos de fusión musical. ¿Y qué fue de aquellas visitas de griegos de Spetses, que anualmente les devolvíamos, y que abrían nuestras fronteras, nuestros ojos y nuestros corazones europeistas? ¿Qué fue de aquella Federación Europea de Ciudades con acontecimientos de Reconstrucción Histórica a la que pertenecíamos, y que incluso en determinados períodos presidimos? ¿Alguien se acordó alguna vez de invitar a nuestros amigos espesotas a visitarnos por las Fiestas?

Sí, coincidíamos, amigo Miguel Ángel, en que habíamos caído culturalmente tan bajo, que el día que pretendiéramos remontar el vuelo, como Ave Fénix, nos topáramos con la cruel realidad de haber perdido la motricidad en nuestras alas para siempre... ¡Con lo necesitados de cultura que andamos en estos tiempos difíciles!

M.O.

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