jueves, 20 de diciembre de 2012

21/12/12

  Desde hace un tiempo  -está mal dicho lo de un tiempo, pues sería imposible contabilizar el tiempo como unidades concretas, aunque literariamente se podría admitir, total para lo que nos queda- venimos escuchando la cantinela de que hoy sería el fin del mundo según la tradición maya  -o tal vez oí que decían azteca-. Para esta fecha estaba calculado el ciclo 12, que supone una revolución o transformación del mundo, identificada como el fin del mundo. Otros expertos de la cultura y de la literatura maya de la época, opinan lo contrario, que no guarda relación, y que es un bulo que lo único que pretenden es atraer al turismo, desde una óptica comercial y consumista.

   Algunas televisiones, al parecer no tenían previsto programa alguno para ese día, y se han lanzado desaforadamente a ubicar filmes, documentales y programas varios que nos muestran el fin de nuestra raza desde perspectivas diferentes. Los hay que se vuelven místicos. Los hay que echan su último polvo. Los que se confiesan con sus dioses, e inclusive paganos que en un último y postrero momento de altivez, se tornan creyentes, solicitando un hueco en el parnaso. Mientras, yo escribo esto, sin pensar en dioses, comercio, turismo, películas, documentales, menos aún en la posibilidad de echar un polvo.

   Creo que lo único que persigo es que, si ocurre el fatal desenlace, me pille ocupado en redactar una suerte de última opinión, testamento de mi sonnoliento cerebro, pues son las 1,45  -y yo con estos pelos para la foto- y estoy que me caigo de sueño, escribiendo esta chorrada sin pies y sin cabeza, para matar el tiempo en un momento en que el tiempo puede morir con nosotros, y no quedar ni rastro de lo que somos, menos aún de lo que fuimos  -o intentamos ser-.

    Por si realmente ocurriera aquello que nadie desea pero cabe en lo posible, ¡imposible!, colgaré este escaso testamento, pues como oí cierto día a mi padre, al que cada día recuerdo, "sin nada vine, con nada me voy". Solo os dejo esto.


     Manolo Ozáez

  Pd:  Nunca mejor pronunciado aquella coletilla de "hasta mañana".

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