Desde hace un tiempo  -está mal dicho lo de un tiempo, pues sería 
imposible contabilizar el tiempo como unidades concretas, aunque 
literariamente se podría admitir, total para lo que nos queda- venimos 
escuchando la cantinela de que hoy sería el fin del mundo según la 
tradición maya  -o tal vez oí que decían azteca-. Para esta fecha estaba
 calculado el ciclo 12, que supone una revolución o transformación del 
mundo, identificada como el fin del mundo. Otros expertos de la cultura y
 de la literatura maya de la época, opinan lo contrario, que no guarda 
relación, y que es un bulo que lo único que pretenden es atraer al 
turismo, desde una óptica comercial y consumista.
   
Algunas televisiones, al parecer no tenían previsto programa alguno para
 ese día, y se han lanzado desaforadamente a ubicar filmes, documentales
 y programas varios que nos muestran el fin de nuestra raza desde 
perspectivas diferentes. Los hay que se vuelven místicos. Los hay que 
echan su último polvo. Los que se confiesan con sus dioses, e inclusive 
paganos que en un último y postrero momento de altivez, se tornan 
creyentes, solicitando un hueco en el parnaso. Mientras, yo escribo 
esto, sin pensar en dioses, comercio, turismo, películas, documentales, 
menos aún en la posibilidad de echar un polvo.
   Creo 
que lo único que persigo es que, si ocurre el fatal desenlace, me pille 
ocupado en redactar una suerte de última opinión, testamento de mi 
sonnoliento cerebro, pues son las 1,45  -y yo con estos pelos para la 
foto- y estoy que me caigo de sueño, escribiendo esta chorrada sin pies y
 sin cabeza, para matar el tiempo en un momento en que el tiempo puede 
morir con nosotros, y no quedar ni rastro de lo que somos, menos aún de 
lo que fuimos  -o intentamos ser-.
    Por si realmente
 ocurriera aquello que nadie desea pero cabe en lo posible, ¡imposible!,
 colgaré este escaso testamento, pues como oí cierto día a mi padre, al 
que cada día recuerdo, "sin nada vine, con nada me voy". Solo os dejo 
esto.
     Manolo Ozáez
  Pd:  Nunca mejor pronunciado aquella coletilla de "hasta mañana".
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