Sí, nosotros
también nos declaramos fanáticos del deporte, hinchas de la pasión, adoradores
de las estrellas del firmamento deportivo, satánicos de las tardes del carrusel
de los domingos, idos de la pelota.
Esta tarde del
domingo 20 de septiembre de 2009 no era para menos. Formará parte de nuestro
imaginario heroico, máximo si tenemos en cuenta que descansábamos de las
retransmisiones deportivas de la
F-1 y del motociclismo, deportes donde España alcanza cotas
elevadísimas en el panórama internacional -Fernando Alonso temporalmente, y digo
temporalmente, no alcanza tales cotas de éxitos, pero insisto, es temporal. Por
cierto, mi hermano Miguel y su mujer Mari Jose me van a enviar unas fotos de su
estancia en Monza la semana pasada asistiendo a la F-1 y en las que veremos a
Lobato, a Schumacker, a De la
Rosa y a otros. Os lo prometo-.
Recapitulando, hoy
hemos disfrutado los hinchas, fanáticos, adoradores, satánicos e idos del
deporte, de acontecimientos cientos que nos han hecho aferrarnos a la silla de
la cafetería de Las Palmeras, o al sofá de la casa, con el intervalo de un
bautizo familiar por el medio. Hemos asistido a la victoria sobre Israel en
la Copa
Davis de tenis y el pase de la roja a la final, incluido el
cántico de soy español, español, español. Hemos
vibrado con la victoria en la Vuelta Ciclista a España del murciano Alejandro
Valverde, ciclista de éxitos en etapas pero que no contaba en su palmarés con
una gran vuelta, y ya era hora. Los madridistas, aunque sufriendo hasta el
minuto 74, celebramos el triunfo del Madrid sobre el Xerez por
5 a 0 -lo
sentimos por el equipo andaluz, pero eso es la Primera División
del Fútbol español: hay que sufrir-. Y para broche la medalla de oro en el
Europeo de Polonia para la selección de baloncesto, sobre Serbia en un partido
vibrante, apabullante, en el que le hemos sacado 22 puntos de diferencia a un
equipo ex-yugoslavo en una final. Ahí es nada.
Por ello digo que
aunque nuestra economía no esté bollante, que no lo está, que las familias lo
están pasando mal por esta dichosa crisis, hoy al menos hemos aparcado durante
unas horas las preocupaciones y el malestar para vibrar con la roja y también
con el blanco.
Me acuerdo que
hace un tiempo alguien insinuó que las victorias en lo deportivo favorecían el
superar las crisis económicas, y lo justificaba en el hecho de que la sensación
de alegría colectiva que produce contamina a otros aspectos de la vida social y
por ende económica: se estimula el consumo, la gente sale a la calle a respirar
aires nuevos, se olvidan los problemas, todo lo vemos de otro color. Y me
pregunto, ¿será que las crisis son en ocasiones más una cuestión mental o
ilusión óptica que realidades? O ¿de donde surgen las crisis? ¿Porqué antes no
existían tales limitaciones y al día siguiente todo cambia y nos sumerge en la
desidia y la desgracia? ¿Se necesitan estímulos exteriores, no solo recetas
económicas, para superarlas? La respuesta obviamente es sí, pero profundizando,
¿el deporte puede contribuir a esa necesaria recuperación moral y económica que
todos anhelamos?
No asiento, no
opino, no realizo afirmaciones categóricas o dogmáticas de fe, sino que
simplemente pregunto para que tú me respondas.
Manolo
Ozáez
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