martes, 25 de diciembre de 2012

Colaboración para COPE del 22 de octubre del 2010




 








Buenos días, a pesar de esta voz rota y cansada. Nunca supimos en qué guerra nos habíamos metido hasta que comprobamos que se nos congelaban las pensiones, o quizás se nos congeló la confianza; hasta que supieron los funcionarios que sus nóminas iban a ser reducidas no creyeron el giro de los acontecimientos. O cuando el empresario discreto fue a solicitar un crédito blando en su oficina de toda la vida y una desconocida muchacha, con leve sonrisa en el rostro, le dijo que era imposible, no sé qué de un escoring y una nota de excesivo endeudamiento. Entonces pensó que algo no funcionaba, que un halo de mentira envolvía las palabras de financieros y políticos, pues él mejor que nadie sabía que nunca, en toda su trayectoria profesional, había tenido su economía más saneada Comenzó a fijarse en los labios de las personas que hablaban y gesticulaban en los medios de comunicación: banqueros, sindicalistas, representantes de los empresarios, gobierno, oposición, meapilas y botarates y, a través de su método particular de observación tornó las frases en otras más reales y sinceras, descubriendo la gran bola de falsedad y mentira que la crisis había creado para mayor honor y gloria de la humanidad, mientras los de siempre: los humildes, los sencillos, los pobres, seguían padeciendo sus miserias y soportando sobre sus espaldas los engaños y las patrañas de los que nos habían llevado a esta situación, individuos con rostro, individuos con nombres y apellidos que campeaban a sus anchas por los noticiarios como si la cosa no fuera con ellos. 




Por Manolo Ozáez


No hay comentarios:

Publicar un comentario