¡ANDA, LA CARTERA!
Ya te dije, Monje, que los duendes no existen. O al menos no
están visibles a nuestros ojos horizontales. Si acaso ellos se mueven por los
espacios inferiores, aquellos a los que nunca nos agachamos a mirar ... pues
podríamos sorprenderlos. Y como ellos lo saben, juegan con nosotros al aquí
estoy pero no me ves porque tienes miedo a sorprendernos.
Te dije que los duendes no existen. O al menos hoy no estaban
merodeando por el Hotel Bailén a la hora de la reunión con el Concejal de
Cultura de Huéscar de Granada. ¿No creerás que Cándido Lorite, o Miguel Angel
Roa, o Antonio Miguel Troyano, o Manuel García Domínguez -el concejal-, o que
sus dos compañeros de Huéscar, o que Manolo Ozáez, sean duendes disfrazados de
personas normales y reales -quién lo sea, pues aún no he llegado a considerarme
normal. Tal vez persona sí, pero no normal. Eso para los no duendes-.
Enfrascados en la organización de la Recreación de Huéscar del
próximo sábado día 22 de agosto, te olvidaste la cartera: ¡anda, la cartera! Y
toda la tarde-noche hemos andado locos de arriba a abajo, de aquí para allá, de
norte a sur y de este a oeste a la búsqueda de una cartera negra con los
documentos de "entidad" originales, tarjetas de crédito -el poco que
te queda-, los X euros de rigor para los gastillos de guerra, y los teléfonos
ocultos que no quisiste que supiéramos -y que ahora tal vez hayamos
descubierto. No sé, no sé-.
¡Anda, la cartera! Anulando las cuentas, liando la de San
Quintín, porque unos duendes y gnomos juguetones se les ha ocurrido trasladar
de sitio la cartera.
Te perdiste el partido de fútbol en las pistas del desguace. El
baño reponedor y una animada conversación con la peña. Y todo por esa maldita
cartera negra que te ha hecho perder el aliento por momentos. ¡Malditos y
enanos duendes! Con todos mis respetos, que conste.
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