LA BATALLA DE LA ALBUERA, 2ª parte
¡MEMORABLE!
¡IMPRESIONANTE! ¡APOTEÓSICA! ¡ALUCINANTE! Podríamos adosarle cualquier epíteto
grandilocuente a las tres jornadas que vivimos los miembros de la Asociación
Histórico Cultural General Reding en la localidad pacense de LA ALBUERA los
dúas 15, 16 y 17 de mayo. Las Batallas del sábado tarde y del domingo tarde
fueron de una espectacularidad teatral nunca vistas. Nos mezclamos en el campo
de batalla más de 2.000 recreadores, además de los que, vestidos con traje de
época, deambulaban por la zona de la contienda, a los que añadirle su bien
surtido mercadillo de época, la necesaria visita al Centro de Interpretación de
la Batalla de La Albuera, que alberga un diorama o maqueta explicativa de la
batalla con unas dimensiones de vértigo. A lo que añadirle la representación de
su obra de teatro, que acerca la cultura a la historia, o viceversa. A lo que
sumarle el grupo, ataviados de la época del Romanticismo, procedentes de
Almendralejo, y que formalmente nos invitaron a asistir a tales eventos. Por
cierto que la calidad de sus vestidos, miriñaques y tocados es digna de
mención.
El único tachón, por encontrarle uno, fue que la noche del viernes pasamos algo de frío en el Pabellón Municipal por un error de cálculo del servicio de orden que exculpamos a posteriori. Nada más que objetar.
Realizando un paréntesis en el aspecto cultural e historicista, nos situaremos en el exclusivamente lúdico: ¡UNA PASADA!. Nunca contemplamos, ni de lejos, un pueblo más volcado con sus celebraciones -ni Bailén, por cierto-. Hablamos de una localidad de apenas 2000 habitantes donde, sin miedo a equivocarnos, se visten 1.500 personas. ¡Sí! No exagero. Incluyo a mayores y a niños, incluso a bebés en los carritos vestidos de militares o pueblo de la época. Si exagerara diría que al menos participan 2.004 de los 2.000 habitantes. Y ello es así porque allí hay cuatro burros que están los tres días dando vueltas por el pueblo montando a los vecinos, visitantes, recreadores y demás, y que luego en la batalla arrastran de carretas y carrozas transportando a las cantineras y artilleras hasta sus emplazamientos. Por ello digo que de los 2000 habitantes del pueblo, participan 2004.
El único tachón, por encontrarle uno, fue que la noche del viernes pasamos algo de frío en el Pabellón Municipal por un error de cálculo del servicio de orden que exculpamos a posteriori. Nada más que objetar.
Realizando un paréntesis en el aspecto cultural e historicista, nos situaremos en el exclusivamente lúdico: ¡UNA PASADA!. Nunca contemplamos, ni de lejos, un pueblo más volcado con sus celebraciones -ni Bailén, por cierto-. Hablamos de una localidad de apenas 2000 habitantes donde, sin miedo a equivocarnos, se visten 1.500 personas. ¡Sí! No exagero. Incluyo a mayores y a niños, incluso a bebés en los carritos vestidos de militares o pueblo de la época. Si exagerara diría que al menos participan 2.004 de los 2.000 habitantes. Y ello es así porque allí hay cuatro burros que están los tres días dando vueltas por el pueblo montando a los vecinos, visitantes, recreadores y demás, y que luego en la batalla arrastran de carretas y carrozas transportando a las cantineras y artilleras hasta sus emplazamientos. Por ello digo que de los 2000 habitantes del pueblo, participan 2004.
LA BATALLA DE LA ALBUERA, 3ª parte
Sí amigo, pero
es que en ese pueblo de Badajoz de escasos 2000 habitantes -bueno, 2004 con los
gloriosos equinos- medra un alcalde, Manolo, con un par de...
Mira amigo: preparó el Consistorio una explanada a la distancia de un kilómetro de la localidad, llamada Campo Festero, por cierto muy bien denominada, pues en esos días se dan la mano allí mismo el escenario -una plaza de toros portátil- para la representación de su conocida obra de teatro, que versa sobre los hechos que allí ocurrieron, y en los que el General Castaños es un personaje principal, pues era el segundo en el mando de las tropas aliadas tras el mariscal Berefost. Al lado la zona de los cacharros de feria, un botellódromo improvisado y, sobre todo, un espacio común para las, al menos veinte o treinta asociaciones culturales de recreantes de La Albuera. A cada grupo, en el entorno de la plaza principal y circundándola, les cedió gratuitamente los metros necesarios para construir una caseta de obra con carácter permanente, o lo que es lo mismo: para celebrar todo el año los acontecimientos y actos que cada asociación proyecte. No conforme, les donaron la totalidad de los materiales para construir dichas casetas, con el diseño que a cada grupo le placiera, y ellos se la han construido.
Sí, pero no conforme con ello, y en un alarde de generosidad, le regala a cada recreante los trajes y complementos necesarios para poder participar en tales eventos. Unos dicen que solamente la tela y materiales, otros nos comentaron que la totalidad de la uniformidad, incluidos complementos y renovación de estos. Un grupo de recreantes de infantería inglesa le solicitaron que adquiriera un obús de artillería y ¡hecho!, cañones y demás utensilios para el espectáculo: carrozas, carretas, cañones, pólvora para los actos, etc...etc...
Y aquí los grupos aún seguimos llorando por una sede que nos permita poder juntarnos y compartir opiniones, almacenar el extenso material que usamos en los actos de recreación, conservar documentación, fotografías, premios, distinciones, etc...etc...
Amigo, la apuesta por el turismo, por la cultura, y en definitiva, por los ciudadanos, requiere esfuerzos que no todos los representantes están dispuestos a valorar. Es lo que comentaban nuestros amigos los artilleros gallegos. Con el alcalde Vazquez surgió y se consolidó unos actos de recreación -además de otros no relacionados con estos- que aún hoy perduran, por los cuales otros que han llegado después no han apostado, poniendo en peligro la supervivencia de la recreación y figuración del hecho histórico, en perjuicio de los ciudadanos y de la economía que este mueve, amigo.
Mira amigo: preparó el Consistorio una explanada a la distancia de un kilómetro de la localidad, llamada Campo Festero, por cierto muy bien denominada, pues en esos días se dan la mano allí mismo el escenario -una plaza de toros portátil- para la representación de su conocida obra de teatro, que versa sobre los hechos que allí ocurrieron, y en los que el General Castaños es un personaje principal, pues era el segundo en el mando de las tropas aliadas tras el mariscal Berefost. Al lado la zona de los cacharros de feria, un botellódromo improvisado y, sobre todo, un espacio común para las, al menos veinte o treinta asociaciones culturales de recreantes de La Albuera. A cada grupo, en el entorno de la plaza principal y circundándola, les cedió gratuitamente los metros necesarios para construir una caseta de obra con carácter permanente, o lo que es lo mismo: para celebrar todo el año los acontecimientos y actos que cada asociación proyecte. No conforme, les donaron la totalidad de los materiales para construir dichas casetas, con el diseño que a cada grupo le placiera, y ellos se la han construido.
Sí, pero no conforme con ello, y en un alarde de generosidad, le regala a cada recreante los trajes y complementos necesarios para poder participar en tales eventos. Unos dicen que solamente la tela y materiales, otros nos comentaron que la totalidad de la uniformidad, incluidos complementos y renovación de estos. Un grupo de recreantes de infantería inglesa le solicitaron que adquiriera un obús de artillería y ¡hecho!, cañones y demás utensilios para el espectáculo: carrozas, carretas, cañones, pólvora para los actos, etc...etc...
Y aquí los grupos aún seguimos llorando por una sede que nos permita poder juntarnos y compartir opiniones, almacenar el extenso material que usamos en los actos de recreación, conservar documentación, fotografías, premios, distinciones, etc...etc...
Amigo, la apuesta por el turismo, por la cultura, y en definitiva, por los ciudadanos, requiere esfuerzos que no todos los representantes están dispuestos a valorar. Es lo que comentaban nuestros amigos los artilleros gallegos. Con el alcalde Vazquez surgió y se consolidó unos actos de recreación -además de otros no relacionados con estos- que aún hoy perduran, por los cuales otros que han llegado después no han apostado, poniendo en peligro la supervivencia de la recreación y figuración del hecho histórico, en perjuicio de los ciudadanos y de la economía que este mueve, amigo.
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