viernes, 15 de febrero de 2013

Dichoso Pepino. Artículo de Manolo Ozáez para COPE JAÉN




Buenos días. Desde luego, con el asunto del pepino, las autoridades alemanas se lo han puesto a huevo a los humoristas españoles, hastiados como estaban de los mismos temas recurrentes de siempre: la Belén Esteban, el Paquirrín, los miembros del gobierno y algún que otro de la oposición; o la voz gangosa de nuestro Rey para aquellos más radicales que se suelen mofar de los defectos físicos de los ajenos, nunca de los propios. Mi amigo del Ideal de Granada, Andrés Cárdenas, ya nos regaló una columna sobre las propiedades curativas, diuréticas y eróticas del pepino; y cien humorista, ¿dónde irán? narran las aventuras y desventuras de la hortaliza española en su periplo desde la costa mediterránea hasta el país teutón, cruzando media Europa, como hicieran tantos miles de españoles en los años del hambre. Unos con sorna e ironía, otros en serio, todo el mundo, como solemos, hablando de las bondades del pepino, de su textura, de su sabor, de su tamaño. Ora en broma, ora en serio, maldita la hora que una responsable sanitaria de nuestros colegas alemanes nos pusieron en el dispararero de la cuarentena, pues probablemente la alimentación era el único sector que hasta ahora se había salvado de esta terrible crisis económica, y van y lo meten en el saco de las desdichas. Seguramente un lepero nos enmendará la plana advirtiéndonos que no todos pierden en esta crisis del pepino y del E.COLI, pues los humoristas y contertulios de periódicos, televisiones y radios se frotan las manos: He aquí un ejemplo.





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