lunes, 25 de febrero de 2013

Artículo de Manolo Ozáez para COPE JAÉN del 1 de Julio de 2011



Buenos días. Siento que hayamos estado desconectados al menos dos semanas, pero mis obligaciones para con la Patria así me lo exigía, y mientras vuesas mercedes laboraban en sus respectivas empresas, o engrosaban las largas colas del desempleo rutinario; mientras recogíais las notas del Curso de Bachillerato de vuestros hijos, o los boletines de Educación Primaria, sufriendo los preparativos de las próximas vacaciones estivales, me veía subido a un acorazado de nuestro Ejército, recorriendo los alambrados páramos de Valladolid, descubriendo a nuestra moderna caballería de acero blindado, que tan gloriosas gestas protagonizó en el pasado, -y no es una metáfora- y que en el presente, a miles de kilómetros de nuestra geografía, en el sinuoso e inhóspito Afganistán, o en el traicionero Líbano, siguen dejando sus vidas para, unos dicen proteger las nuestras, y otros se preguntan, ¿qué carajo hacemos allí? En cualquier caso, nuestro ejército, por cierto, la Institución más valorada por todos los españoles, se limita a cumplir con el cometido que se le ordena, y ¡a otra cosa, mariposa! -que los políticos discutan y se peleen. Nosotros a lo nuestro. Ciertamente que muchos nos preguntamos ¿qué se nos ha perdido en aquellas agrestes tierras donde dicen que se localizó el paraíso terrenal que nos narra la Biblia? Qué lejos los afganos, qué lejos los iraquíes, más aún los iraníes, de lo que las personas civilizadas y con cerebro entendemos por edén. Cuán lejos la mayoría de los países árabes, antaños ricos en cultura y en saber, de la idea de libertad y progreso que los ciudadanos percibimos y exigimos a nuestros gobernantes. 


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