Guarromán. Año 2014.
El
mundo sería muy distinto si no existieran visionarios: científicos, poetas,
escritores, músicos, artistas, o aventureros como Pablo de Olavide, que fundara
en 1.767 la ciudad de Guarromán, denominada inicialmente Múzquia, y más tarde
Real Población del Sitio de Guarromán, ubicada sobre la Venta de Guadarromán, o
Río de los Granados. Una villa con
apenas 4.000 habitantes, ubicada en las estribaciones de Sierra Morena,
y que la conforman, además de su casco urbano principal, la aldea de Zocueca,
la de Martín Malo, el Altico y Aldea de los Ríos.
Que
se vertebra en torno a las Fiestas del Agua, en la Noche de San Juan, su
Romería de San Isidro Labrador, en mayo, y la prestada a la localidad de
Bailén, en la Aldea de Zocueca, en septiembre. La Feria y Fiesta del Olivar en
el mes de julio, la costumbre del Pintahuevos el Domingo de Resurrección, la
Fiesta de los Santos o la Fiesta de los Colonos, donde se hace sonar la Campana
de las Ocho Generaciones, el último domingo de octubre, fecha en la que nos
encontramos, y que se ha institucionalizado con un Mercado de Época y
entremeses y escenas de época que protagonizan desde varios años los mismos
habitantes de Guarromán en colaboración con miembros de la Asociación CAECILIA
y de la ASOCIACIÓN GENERAL REDING, venidos de Bailén.
Hoy,
como subteniente, oficial de la Artillería Española de la época, me corresponde
dirigiros estas palabras, y recordaros que aunque el Fuero de las Nuevas
Poblaciones establecía que las nuevas aldeas se construirían en lugares sanos,
bien ventilados, sin aguas estancadas, y donde no habría estudios de Gramática
u otras facultades o estudios, pues estos terrenos se destinarán a la labranza,
la cría de ganado y a las artes mecánicas, el Intendente Troyano y su
secretario Ozáez, han ordenado liberaros de esas cadenas, y en lo sucesivo, se
podrá estudiar cualquier disciplina, de las llamadas de Letras o de Ciencias. Y
el que no quiera trabajar en el campo o en el cuidado del ganado, que se
dedique a otras faenas, como la cerámica o la alfarería, el transporte, la
banca o la hostelería, eso si tiene suerte y encuentra trabajo, cosa difícil en
esta época. Se prohíbe la vida contemplativa y ociosa, pues la alternativa si
no hay trabajo, será el cuidado de los mayores, la colaboración con las
asociaciones vecinales, culturales o deportivas, la lectura o la creatividad,
pero nunca la ociosidad, que en estas latitudes está mal vista, salvo sábados
tardes y domingos, donde podréis pasear por las calles de la villa, procurándoos
a vuestra media naranja, una cerveza en las tabernas del pueblo, o bien
degustar un excelente pastel como los de nuestro buen amigo Manuel González
Ferrer.
Es
orden de la Alcaldía y de la actual Intendencia, que a pesar de los difíciles
tiempos que vivimos, de las penurias que soportamos y de la incertidumbre por
el futuro, que seáis felices y que mantengáis la esperanza en un tiempo nuevo y
mejor que habrá de venir.
Así
lo decreta, en fecha 25 de octubre de dos mil catorce, el Intendente Antonio
Miguel de Troyano, que lo firma de su puño y letra, con la rúbrica del
Secretario Nicolás de Ozáez y Gutiérrez de la Torre Hernández.
Miguel Ángel Padilla
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