Diario
del capitán Gutiérrez
I-XI-MDCCCXV
“La
Huida del parnaso”
-
Mi capitán, cuéntenos otra anéctoda del artillero Ramón
Montañés, aunque sea para soportar la helada de esta noche
-solicitó el sargento de primera Faustino a su superior, pues sabía
que a la tropa, en situación de guardia, hay que mantenerla no solo
despierta, también ojo avizor.
El
oficial Gutiérrez, recientemente ascendido al grado de capitán, aún
agotado por la larga jornada de caminata, que les llevó desde Santa
Elena hasta Baylen, atravesando pueblos y ventas como La Carolina,
Carboneros o Guarromán, no necesitaba que le insistieran en demasía
para tener contenta a la tropa, amén de que era un conversador
consumado. De su época pasada conservaba su costumbre de
relacionarse con la tropa, con quien realmente se encontraba a gusto.
-
Son muchas las historias que acontecieran al cabo de primera Ramón,
pero es que pienso que esa es su condición, como todos tenemos la
nuestra, con sus virtudes y sus defectos. Pero sin temor a
equivocarme, lo que da carácter y personalidad a Montañés, es su
retahila de situaciones cómicas, inclusive algunas grotescas, que
dan para escribir un libro, según palabras del teniente Padilla
-otro artillero recién
ascendido en la escala hacía escasos meses, por méritos de guerra-.
Una que en particular me hace reir cada vez que la escucho o que la
cuento, aunque en honor a la verdad no tenga especialmente por
protagonista a Ramón, si bien participó en ella, aconteciere en La
Mancha, cuando, tras una larga jornada, cinco sirvientes de la misma
pieza, de vuelta de una misión en la capital del Estado, decidieron
descansar en una venta del camino, y reponer fuerzas tras dura
jornada. Desconocedores de la zona y de sus lugares, dieron en entrar
en un lupanar, sin previo aviso a lo que, el guardían que allí se
hallaba, al pensar que la autoridad venía a cerrarles el garito,
salió huyendo, despavorido, como alma que lleva el diablo.
Toma
aire el oficial, pues su intención es ir metiendo a sus oyentes en
la escena, presentarle los condimentos y que estos imaginen el cuadro
sugerido.
-
No repararon nuestros amigos en ello, quizá de lo cansados que
anduvieran. Entraron en la venta, o como quieran ustedes llamarlo, y
encontráronse concurrida fiesta entre penumbras. Al contemplar a
tales uniformados la casi totalidad de las meretrices cambiaron de
lugar, evitando la cercanía con la soldadesca, a la que entendían
en faena o de servicio. Al tanto, los artilleros comprendieron el
lugar en que se hallaban, si bien cada vez que daban un paso, las
allí reunidas les rehuían, marcando distancia con ellos. Al cabo de
un tiempo, Ramón preguntole a una de ellas el hecho de que los
evitaran, a lo que aquella contestó que creían que venían
exprofeso a cerrarles el garito. Este le explicó la situación,
deshizo el entuerto, y, a partir de ese momento, pudieron pedirse
buenas jarras de vino y alternar con las damas que, aunque no de alta
alcurnia, si eran de bella estampa y mejor fortuna. Lo demás no se
cuenta, pues pertenece al universo de lo privado y, cada cual, que
cuente, verdad o mentira, lo que le plazca.
-
Pero mi capitán -preguntó uno de los soldados allí reunidos
en torno al chispeante fuego-, en esta historia no alcanzo a ver
el protagonismo de Ramón, como usted anticipaba.
-
Cierto -contestó el oficial-. Cierto. Pero es que Ramón
tiene cierta atracción en estas lides. Siempre está en todos los
saraos. Con él siempre puedes esperar que te ocurran situaciones
cómicas, raras, ya dije, grotescas o increibles. No sé si pensar
que atesora una suerte de atracción hacia este tipo de aconteceres.
Y no solo le ocurren a él, sino también a los que con él
transitan.
Tras
la narración, sirvieron otra taza más de café achicoria y
entonaron viejas canciones que muchos conocían para que la noche no
les fuera tapando con su manto de silencio y oscuridad. Aquellos que
no andaban de guardia ya habían plegado las velas de sus párpados,
pues mañana les esperaba otra dura jornada, en vigilancia de
aquellas sendas que los bandoleros habían hecho suyas.
El capitán O. Gutiérrez
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