martes, 24 de abril de 2012

Intervención de Manuel Ozáez Gutiérrez, Secretario de la Asociación Histórico Cultural General Reding, en el acto homenaje a dicho militar, celebrado en Bailén el 22/04/2012


ACTO HOMENAJE AL GENERAL TEODORO REDING. BAILÉN, 22/04/2012


Ilustrísima Simona Villa, Alcaldesa de Bailén, Ilustrísimo Sr. Coronel del RIMZ Córdoba 10, miembros de la corporación municipal, Sra. Reding y familiares, miembros de los distintos grupos de recreación histórica participantes,  compañeros del amigos militares y ciudadanos de Bailén y de otros lugares que nos acompañáis en este acto.

No es casualidad que yo esté hoy aquí glosando la figura del ilustre General Reding, vencedor, entre otras, de la Batalla de Bailén, pues de alguna forma, en mi faceta de secretario de la Asociación Caecilia, represento el espíritu de aquel grupo de jóvenes que en los años 80 editaron la revista BAILÉN INFORMATIVO, decana de publicaciones de las asociaciones culturales andaluzas. Precisamente de entre sus filas surgieron investigadores, historiadores, escritores y periodistas que comenzaron a cuestionarse la historiografía oficial, aquella que había sido impresa en infinitos libros y depositada en mil y una bibliotecas. Un grupo de jóvenes de la llamada nueva ola, comenzábamos a reivindicar en los medios escritos y en los medios hablados, la importancia militar, política y humana del personaje que hoy, doscientos años después, recordamos, pero sin que ello supusiera un menoscabo de los logros de otros personajes, léase general Castaños, o el mismo Dupont, pues la historia no entiende, o no debe entender de bandos. Hasta principios de los años 80, ciertamente, su nombre, Reding, no se había pronunciado con la devoción y énfasis que hoy le reconocemos. Justo es decir que este país, y sus eruditos, fue injusto con él, por lo que homenajes como el de esta mañana soleada de abril, no solo restituyen la trascendental importancia  del general Teodoro Reding en los hechos de la Batalla de Bailén contra el mejor ejército del mundo en su época, sino que restaura nuestro propio honor y edifica nuestra conciencia  tras casi dos siglos de olvido, ostracismo y/o amnesia.

  No es casualidad, digo, que hoy esté frente a este grupo de amigos militares,  dignos descendientes de una estirpe de hombres de honor que no cedieron la libertad de España a los designios de un soñador, Napoleón, ¡sí, un soñador!, pero también un tirano, pues concebía la idea de una Europa unida, pero bajo su mando;  una  supranación, poderosa, pero subyugada; la igualdad impuesta, no sobrevenida; la legalidad arrancada, no mutuamente aceptada;  la fraternidad torturada en vez de explicada. Tampoco es casual que cuando un grupo de amigos decidimos crear una Asociación de recreadores, la denomináramos “General Reding”, en homenaje a un soldado suizo, que cedió sus apellidos a nuestra lucha, que inspiró nuestras gestas, que, emulando la ficción de nuestro amigo y escritor Andrés Cárdenas, enamoró a nuestras heroínas.

         Recuerdo, junto a esta estatua del General Reding,  a nuestro añorado historiador Jesús de Haro, redactor de BAILÉN INFORMATIVO y germen de la mejor tradición en investigación histórica sobre la Batalla de Bailén, contándome en El Paseo, espacio que curiosamente se llama Plaza General Castaños, anécdotas sobre los regimientos Suizos de los generales Reding, sobre sus vestimentas, acerca de las cláusulas que imponían en sus tratados de adhesión a un país o a otro; el episodio entre soldados suizos, del bando español y del bando francés en El Zumacal, que comenzó a declinar la batalla en favor de Reding.

Hoy, bajo la imponente imagen castrense y a la vez altiva de nuestro recordado general Reding, no podemos obviar la penosa situación económica que vive España en general y Bailén en particular, antaño vencedor en una contienda de sangre y patriotismo, orgulloso de oír su nombre con respeto y admiración, hoy vencidos por la crisis pero no derrotados. Me voy a aprovechar de la ocasión que se nos brinda a los grupos de recreación histórica, y voy a susurrar al oído de las autoridades civiles y militares que la historia es progreso, que la cultura es desarrollo, que la recuperación de nuestro legado historiográfico es también fundamental para que nuestro pueblo sobreviva y resurja de las cenizas en que hoy se ve envuelto, pues no solo de ladrillo y pan vive el hombre. Que este impulso que recibimos del Bicentenario de la gesta de la Batalla de Bailén, a los que nos tocó vivirlo en primera persona, y al resto de nuestros paisanos y vecinos, nos sirva para recordar que somos capaces de crear algo grande y duradero. Que hace doscientos años pudimos y que la actual batalla contra la apatía, los mercados económicos y financieros, y los especuladores, no va a ser suficiente para doblegar a este pueblo orgulloso y guerrillero.

    Necesitamos de entre vosotros el espíritu y liderazgo de un general Teodoro Reding que sobreponiéndose a los contrarios elementos, a los desánimos, a los obstáculos, zancadillas y tormentas, sepa pilotar esta nave de seres con proyectos, con ilusiones, con esperanzas, a través de un mar de tinieblas en el que a veces es difícil vislumbrar la luz, la salida. A un líder, educado en la sabia democrática que, como antaño el general Teodoro Reding, justo, con visión de futuro, al que sus soldados, nosotros los ciudadanos, sigamos hacia una nueva victoria, convencidos de su estrategia, de su liderazgo y de su humanidad.

No he venido hoy a deciros que Teodoro Reding nació en Suiza un cinco de julio de 1755, pues otros antes que yo lo dijeron. Tampoco que falleció el 23 de abril de 1809, como consecuencia de una infección provocada por las heridas de guerra sufridas en el combate de Tarragona, pues otros más doctos pronunciaron ya esas palabras. Ni tan siquiera que en la epidemia de fiebre amarilla que se desató en Málaga en 1803, como miembro de la Junta de Sanidad, arriesgara su vida por atender a los enfermos, o datos como que desde el año 1806 fuera Gobernador Militar y Corregidor Político de Málaga,  pues Jon Valera, presidente de la Asociación Teodoro Reding, ya se ha encargado de recordárnoslo más de una vez.

No ha sido mi intención evocar de nuevo ciertos datos que en ediciones anteriores se citaron, sino reconocer la figura del militar, de la persona que, a pesar de no haber nacido en nuestro país, luchó como uno más de nosotros, vivió como uno más de los nuestros, y murió como el mejor de nuestros laureados héroes, en el campo de batalla, defendiendo los ideales de libertad e independencia que los españoles nos impusimos como credo en 1808 y que posteriormente, en el año 1812 ratificamos en la 1ª Constitución Democrática de nuestro país, La Pepa. Por ello, pienso que no es arriesgado, en este año en el que también se celebra en Cádiz otro bicentenario, relacionar a Teodoro Reding con La Pepa, pues cada letra impresa en el Tratado se escribió con oro de ilusiones y con la sangre de nuestros mejores ciudadanos.  Muchas gracias a todos.




Por Nicolás Manuel Ozáez Gutiérrez, Secretario de la Asociación Histórico Cultural General Reding, de Bailén

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