Un viaje, aunque sea de solo cuatro días, a Noruega, despierta los sentidos. Es más un viaje hacia el interior de uno mismo que a otra cosa... mariposa.
Naturaleza desbordada. Agua. Nieve. Mar. Montañas. Naturaleza en estado puro. Un hálito de tranquilidad. Una cultura distinta, otra forma de entender la vida de sus habitantes.
Cierto que es un país caro para el turismo, acorde con su nivel de vida, pero no existe el engaño, todos sabemos lo que nos vamos a encontrar en cuanto a precios de los servicios se refiere.
Tal vez mi desilusión, que no nos hemos encontrado apenas resquicios de otras culturas, como las de los aguerridos vikingos. No hemos reconocido fortalezas, castillos, u otras construcciones de las épocas. Han sido solo cuatro días, que no da más que para conocer algunas de las ciudades del sur de Noruega, pero suficiente.
Para aquellos que nos gusta el senderismo, la escalada y los deportes al aire libre, es una gozada, porque la oferta es muy numerosa, en comunión con un hermoso paisaje natural, en ocasiones adaptado para el turismo de aventura.
Como muestra un botón en algunas imágenes tomadas a través de un simple teléfono móvil, sin excesiva calidad, dadas las fabulosas imágenes que ofrece Noruega para nuestras retinas y nuestros recuerdos.
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Salimos de Málaga |
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Llegamos a Noruega, a la ciudad de |
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Lo primero que nos encontramos |
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Mar y mar... |
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Uno de los numerosos túneles que horadan el país |
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Nos encontramos un festival de rock en una plaza |
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Un homenaje a la cultura vikinga de Noruega |
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Nuestros pasos sobre las piedras milenarias |
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La noche en los garitos del puerto también es fiesta |
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Noruegos en domingo con sus trajes típicos |
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Sobre un lago helado |
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Comenzamos la subida al impresionante PREYSTOKE, el púlpito de Dios |
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Pisando la nieve |
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¿Lo reconocéis? |
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Llegamos a la plataforma del púlpito |
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Madre mía qué altura! |
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La típica fotografía en la esquina del púlpito |
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A 604 metros del fiordo en caída vertical |
... Continuará?
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