lunes, 25 de abril de 2011

ALGO MÁS QUE UN PARTIDO DE FÚTBOL, por Manolo Ozáez para COPE JAÉN



Buenos días oyentes. El miércoles pasado se jugó la final de la Copa del Rey de Fútbol entre el Barcelona y el Real Madrid, que acabó con la victoria del Madrid. Antes del partido, a eso de las 7 de la tarde, nos cruzamos por la calle y te prometí un artículo, que como es obvio no podía escribir hasta después de la contienda, pues el resultado de esta determinaría el contenido del texto, mi estado de ánimo, la euforia personal y colectiva, el calendario de mis minivacaciones de Semana Santa y, si me apuras, el tema de conversación con mis amigos y familiares, pues unos son del Barça y otros son merengues. Reconozco que no fue un simple partido de fútbol, en la mente de todos estaba que se jugaba más que una final deportiva. Unos, se jugaban el cetro imperial, labrado en los campos de césped de medio mundo en los dos últimos años, con Pep Guardiola como general en jefe, refrendando una peculiar y efectiva estrategia y puesta en escena. El otro, el Real Madrid, dirigido por el mariscal Mourinho, se enfrentaba al peso histórico del club, el más laureado del orbe, apelando a la heroica en una noche que se presumía épica, pero en la que todos dábamos por favorito al Barcelona. Pero había algo más, o eso es al menos lo que se respiraba en el aire, se difundía por los medios informativos y encallaba en nuestras mentes. Hay quien porfía que se ponía sobre el tablero de ajedrez el concepto de España, los fantasmas psicológicos, pasados y presentes de un club al que el Barça le tiene tomada la medida. Otros hablan de que la victoria del Barcelona supondría un golpe de efecto a favor del catalanismo. Luego están las palabras de Piqué, en conflicto con su situación como internacional de la Roja en una temporada inolvidable para el país. En fin, una historia de buenos y de malos, según la ventana indiscreta desde la que se mire. Como mi hijo y yo, más de uno se comía las uñas convencidos de que no era un simple partido, sino que dos concepciones sociológicas se enfrentaban sobre el terreno, para dirimir la supremacía. Solo decir que para mí, que soy madridista confeso, triunfó el bien, la luz, sobre el lado oscuro, aunque sé que otros amigos culés, waka waka, no pensarán lo mismo. Dejadme al menos que lo disfrute una semana.



Manolo Ozáez para COPE JAÉN

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