domingo, 11 de octubre de 2015

Texto leído en la Gala de los Premios Caecilia 2015 por el secretario de la Asociación, Nicolás Manuel Ozáez

Autoridades civiles y militares, premiados con el CAECILIA, familiares de estos, miembros de la Asociación, invitados y amigos. Para quien no me conozca, soy Manolo Ozáez, o tal vez soy Nicolás Ozáez. Bueno, uno de ellos. Como Secretario de la Asociación CAECILIA, me corresponde abrir el acto, que cerrará el presidente, Miguel Ángel Perea. Un año más, y van 21, nos reunimos para homenajear a personas y colectivos que durante este último año, o durante toda su trayectoria personal, han alcanzado niveles de excelencia suficientes que les hagan merecedores del reconocimiento social. 



Fotografía de Juan Simón

Sabemos que no compiten, no cantan, no investigan, no crean, no trabajan o no se esfuerzan por el aplauso, que en ocasiones su timidez o quizás su humildad les hace pasar un mal rato frente al micrófono, los focos y el público, pero tenéis que entender que nos sentimos obligados a reconocer los logros que habéis obtenido y de los cuales se beneficia esta sociedad nuestra.


Un año más nos volvemos a encontrar con los amigos en la Gala de los Premios CAECILIA, un acto social que se ha vuelto un referente de la sociedad bailenense y de esta provincia. Nos acompañan, entre otros, don Cándido Alonso, Coronel subdelegado de Defensa de la provincia de Jaén, miembros del equipo de gobierno y de la oposición del Ayuntamiento de Bailén, el teniente comandante de puesto de Bailén, amigos de la Orden de Caballeros Ballesteros de la Santa Veracruz de Santa Elena, a la que pertenecemos algunos de los miembros de nuestra Asociación, miembros de la Asociación General Reding, compañeros del fútbol, compañeros reservistas, y colaboradores. Es un auténtico lujo contar con vosotros.


¡Cuántas anécdotas esconde este viejo atril! Lágrimas de tristeza y también de emoción, discursos antológicos y frases rotundas, palabras que no salían de la garganta, contenidas. En 21 ediciones ha habido sorpresas, fallos lógicos del directo, polémicas, que retroalimentaron los premios, concesiones no compartidas, opinión respetada, y otras unanimemente aceptadas. Ha habido de todo. Por cierto, Eufrasio “el viajero”, presentador de la Gala, esta mañana aún estaba en Oviedo, donde ayer impartió una conferencia. Vídeos que no llegan a tiempo, actuaciones inéditas, como la de Álvaro el año pasado, interpretando varias piezas de percusión, y una defensa numantina de la cultura y de los valores de la sociedad, que es lo único que nos mueve y que perseguimos.


Por ello, no quiero cerrar mis palabras sin pedir, o rogar, si lo preferís, a los representantes de los ayuntamientos, de la Junta de Andalucía, o del Estado, que velen por la cultura y por la historia, pues es lo que nos diferencia de lo irracional, que no la abandonen. Es tiempo de creer en el arte, en la literatura, en el deporte, en la ciencia, en la investigación, y, por supuesto en las empresas. 


Son tiempos difíciles,lo sabemos, pero la defensa de estas disciplinas diferenciará a los buenos gestores de los mediocres. Gracias.



Manolo Ozáez para los Premios Caecilia

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