sábado, 1 de marzo de 2014

Mi particular homenaje a Paco de Lucía



El día 25 de Febrero recibimos la triste noticia del fallecimiento del guitarrista algecireño Paco de  Lucía (Francisco Sánchez Gómez), con apenas 66 años de edad y una brillante carrera musical a sus espaldas, reconocido, sin lugar a dudas como el mejor y más virtuoso instrumentista de las seis cuerdas, no solo en la suerte del flamenco o guitarra acústica, sino en el macrouniverso de dicho instrumento, que incluye estilos tan dispares como el rock, el blue, el jazz, el ritman blues, el flamenco, el pop, el heavy, el folk, el country, o los innumerables clásicos.


Ciertos periódicos internacionales sitúan la pérdida artística de Paco de Lucía en el mismo plano que la del malagueño Picasso, refiriéndose a nuestros representantes más internacionales.

Reconocido entre los grandes intérpretes universales, como Chick Corea, Larry Coryell, Eric Clapton, Mark Knopfler, líder de la banda de rock británica Dire Straits (que llego a decir de él tras escucharle tocar, que acababa de descubrir que no sabía tocar la guitarra, abrumado por la interpretación de Paco de Lucía), Carlos Santana, con quien coincidió en los escenarios de medio mundo, pero también con músicos famosos como Pedro Iturralde, Bryan Adams, o Joan  Manuel Serrat. Aunque, de todos ellos, fundamentalmente se le recordará por varios proyectos, como sus largas colaboraciones con El Camarón de la Isla, o el trío que formó en los años 1981 con sus amigos Al di Meola (probablemente la mejor guitarra del jazz) y  (con seguridad, el mejor intérprete del rock y virtuoso de la guitarra de doble mástil, al frente del grupo Mahavishnu Orchestra), y que arrancaron en directo en la ciudad norteamericana, denominándolo “Friday Night in San Francisco”, disco del que vendieron más de un millón de copias. De esta conexión, dicen algunos críticos “que derribó tantos muros como prejuicios”, pues es conocido que muchos ortodoxos del flamenco no perdonaban a Paco de Lucía, y a otros músicos, sus intentos de fusionar este estilo con otras disciplinas musicales, y que tuvieron que aceptar por la internacionalización que el guitarrista algecireño consiguió para el flamenco, y que a la postre resultó tan positiva para el resto de artistas que profesan este arte.

En  1983, y ante el éxito conseguido por esta unión, dos años antes, con sus amigos Al Di Meola y John McLaughlin, lanzó “Passion, grace and fire”, en la que la Pasión la ponía Paco, la Gracia Al Di Meola, y John el Fuego.

John McLaughlin, Al Di Meola y Paco de Lucía, por ese orden

Finalmente, en 1996, volvieron a juntarse en los escenarios, con el espectáculo “The Guitar Trio”.
Pero mi historia con Paco de Lucía arranca en el verano de 1981. Mi hermano Paco y yo nos escapamos a Palma de Mallorca en un viaje relámpago, improvisado, deseado, pues se acababa el verano y nos quedábamos sin vacaciones. Nos alojamos en casa de unos familiares a los que prácticamente les vimos el pelo a la llegada a la isla y en la despedida de esta, pues ambos trabajaban, a lo que sumar nuestras ansias de disfrutar, trasnochar y conocer gente.

El segundo día, de siete que nos tomamos, alquilamos dos vespas, embadurnadas totalmente de color amarillo, como los taxis de Nueva York, Atenas o Estambul, con las que recorrimos toda la isla de cabo a rabo, inclusive nos atrevimos a aventurarnos por terrenos rurales, practicando una suerte de carreras de campo a través que derivó en la rotura de varias piezas de las scooteres y la devolución en grúa al establecimiento.

Uno de aquellos días de deambular por Inca, Manacor, Santa Ponça, Alcudia, Can Pastilla o las discotecas y garitos de El Paseo de El Arenal, atestados de guiris y con escaso dominio de los idiomas que habitaban los lugares de la marcha, nos encontramos con la publicidad de un festival en la plaza de toros de Mallorca, con la actuación de varios grupos, entre ellos un desconocido grupo madrileño por nombre “Los Secretos”,  capitaneado por los hermanos Urquijo, que luego consiguieron gran éxito con temas fundamentales como “Déjame” o “Sobre un vidrio mojado” al que asistimos y que nos dejó un regusto agridulce, pues esperábamos un nivel mayor entre los grupos que actuaron.

No obstante, la actuación estrella del festival, dos días después, era una versión más españolizada de “Friday Night in San Francisco”, con los tres virtuosos de la guitarra Paco de Lucía, Al Di Meola y John McLaughlin. No cabía un solo alfiler en la plaza de toros de Palma de Mallorca. La expectación era absoluta. Fueron saltando al escenario uno a uno los intérpretes para, posteriormente, formar dúos y tríos, mezclando estilos, piques musicales rayando lo divino. Tal era así que el público estábamos enloquecidos. Aplaudíamos hasta casi hacer sangrar nuestras manos a cada actuación de cualquiera de los artistas, dúos o tríos  -lógicamente al jugar Paco de Lucía en casa, cosechaba más vítores-. Inmediatamente interrumpíamos los aplausos, pues no era cuestión de perder ni un solo segundo en nimiedades, pues lo que apetecía era escuchar cómo hablaban las guitarras, sus increíbles expresiones, en una suerte de paroxismo que inundaba el inmenso aforo del descubierto teatro. Un silencio sobrecogedor precedía el rasgar de la primera nota de cada interpretación, y ni un solo bostezo, ni un minúsculo ruido, ni una tos o estornudo, quizás ni un entrecerrar de párpados para no perder detalle con la vista o el oído. 


Tal era la mística conseguida en aquellos momentos que, casi en la parte final de la actuación, entre tema y tema, y ante el abrumador silencio que se producía, una voz gritó: “Al suelo todo el mundo, coño”, emulando al teniente coronel Tejero, que apenas unos meses antes, el 23 de Febrero del mismo año 1981, había intentado asaltar el Congreso y deponer al legítimo gobierno elegido por el pueblo en una recién estrenada democracia. Por descontado que la ocurrencia se saldó con una sonora carcajada que liberó nuestra pasión por el espectáculo que disfrutábamos, a la vez que demostró el apego del público a la nueva forma política del Estado.

Son muchos los conciertos a los que por suerte he podido asistir y disfrutar, por destacar algunos, los Rolling Stones en el 1982, los Dire Straits, U-2, con Los Ramones como teloneros, todos ellos en el Vicente Calderón, o Deep Purple, en IFEGRA (Granada), con Mary Carmen, Rafa “el pájaro” y María, Bob Dylan en varias ocasiones, Supertramp,   The Alan Parsons Project,  Los Héroes del Silencio, en Sevilla (2007), John Fogerty, líder de Creedence Clearwater Revival, en el Festival de la Guitarra de Córdoba, Mano  Negra, también en la ciudad califal, Juanes o Luis Miguel en IFEJA, en Jaén  (¡sí, Luis Miguel! ¿pasa algo?)… y doscientos conciertos más de grupos españoles de la movida de los 80, 90, 2000 y actuales, en lugares inverosímiles como el Castillo de Salobreña, en el que actuaba “El Último de la Fila”, o el Calella Camping Rock en Barcelona, con apenas 16 años, y en los que, por primera vez escuché un directo de Triana, Bloque, Asfalto (luego coincidí con ellos en una entrevista), El Festival de Blue de Cazorla, Etnosur en Alcalá la Real, el Lagarto Rock en la mayoría de sus ediciones, por supuesto alguna de Los Apache… y tantos otros conciertos en ferias, eventos y actividades culturales. Pero ninguna actuación, clímax, mística, explosión de sonido por todos los sentidos, y experiencia como aquel concierto de Paco de Lucía + 2 en Palma de Mallorca en el verano de 1981. 

Era algo que le debía al maestro de Algeciras, y la ocasión propicia.


Nota: imágenes tomadas de internet 
 

Manolo Ozáez para BAILÉN INFORMATIVO

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