sábado, 21 de enero de 2012

Pedro Ocaña García, alter-ego de Pedro Gracia Toledo, nos envía uno de sus pinitos literarios. Obsérvese su pasión por la tauromaquia, a la que se dedica profesionalmente, aunque de forma indirecta



Spain is different…

Definitivamente entre cutre y heroína se debate esta España de hoy y de siempre… 


Hoy me propongo escribir una historia de esta España, hoy, cuando un torero y amigo mío, Julito, esta grave en la cama de un hospital después de saber a que sabe el pitón de un toro. Entre el escalofrío del dolor y la nostalgia de una historia que se revuelve en mi cabeza día tras día, intentando salir en forma de “historia de plaza”, una de esas historias entre cómicas y trágicas que hacen España tan nuestra y tan diferente.

Érase una vez un hombre con un complejo pegado, érase una vez un hombre que por un extraño bicho Africano fue picado, día tras día esa picadura fue creciendo en forma de gravedad trágica, día tras día fue convirtiendo a nuestro amigo de un guapo galán en un gusano de madera.

No encontraron solución los entendidos a su problema de picadura, mas que amputarle la pierna a la altura de la ingle. No encontraron solución a su problema.

El hermoso galán se transformó en gusano de madera, un hombre con una pata de palo, un galán amputado. Rodeado de amigos que veían crecer día tras día su enorme problema de auto-estima.

Uno de ellos fue el que de brillante madera me sedujo con esta historia de la pierna voladora y la de nuestro protagonista amputado.

En los pasillos de Las Ventas, me narró ese hombre con una veracidad asombrosa como el y su amigo decidieron un día ir a los toros en esa plaza de Madrid, para intentar darle una salida a su problema. Estos dos amigos bajaron Alcalá, supongo uno pensando en echar una mano a su amigo menguado, el otro pensando en como acabar ese día de una manera mas digna que el que acababa de terminar.

Sentándose juntitos en los tendidos, se disponían a ver una de las muchas corridas de toros que se ven en esta plaza… Pero en una de esas vueltas que los toreros dan a la plaza, premiados por la voluntad del público, mi amigo narrador se levantó y en un acto de generosa gallardía le lanzó su Jersey al torero, algarabía en las gradas premiando al torero, jerseys, pañuelos, abanicos y flores cayeron al ruedo.

Dio paso al resto de la corrida hasta que al siguiente torero el generoso publico le premio con otra vuelta al ruedo… Fue entonces cuando el hombre acomplejado encontró solución a su problema, el hombre picado, menguado y acomplejado se bajó el pantalón y entre las cabezas del respetuoso, lanzó su pierna de madera al alucinado torero, una oreja y una pierna fue el premio para ese único y especial torero, y en vez de abanicos, jerseys y pañuelos, ese día cayeron muñones, jorobas y cuernos, complejos cayeron, complejos despojándose así de una manera publica, y no de una forma civilizada como se haría en esa Europa que se empeña en integrarnos, en una sala con amigos acomplejados contándose los problemas de la mano de un especialista… No, en esa España nuestra, los problemas se tiran a los toreros, se tiran al ruedo.
 
Contaba el desafortunado señor que fue en ese momento cuando se despojo de su problema, en ese justo instante hizo público su gran problema.

Esta historia de plaza y de España me contaba mi amigo, y en dos minutos me dejó impresionado.
 

¿Y que había sido de nuestro protagonista lisiado? pero no siempre las historia acaban como tu la oyes, y así me dispongo a contar que en ese momento el hombre gusano se convirtió en paloma, le creció la pierna como si de rabo de lagartija se tratará, complejos se fueron, de hecho se quedaron ahí en el ruedo premiado, y el hombre acomplejado paso así a ser un hermoso afortunado.

Colorín colorado, este cuento me dejó alucinado.

A mi amigo Julio que ayer se encontró tan de repente con esta España diferente y tan nuestra.



Pedro Gracia

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