Buenos días desde Granada. ¿Qué hay de nuevo, viejo? Al despertarme hoy tenía claras demasiadas cosas en mi cabeza. Ahora, en estos momentos, no las tengo tan nítidas. O quizás más fiel decir que mis pensamientos se han convertido en un mar de dudas. Me levantaba teniendo claro que os iba a hablar de la visita del Papa Benedicto XVI a España, pero pensé, ¿qué voy a aportar yo que no haya sido dicho ya? ¿Existe en la información algo nuevo bajo este sol? Porque hablaros de la crisis no era una opción. De las falsas polémicas periodísticas acerca de los derbis Madrid-Barça no me apetecía. El cómo te han ido las vacaciones, dónde has estado, qué tal te lo has montado, era un asunto demasiado recurrente. Y todo ello a los cinco minutos de haberme levantado, apenas retiradas las legañas de los ojos. Un martirio, pues en esa franja horaria, a menos de cinco minutos del primer bostezo, no carburamos, un limbo de imágenes nos rodea, se suceden flashes y retazos de escenas vividas en los cercanos sueños de la última noche, que o bien no han sucedido o bien nunca van a suceder. No tenemos todavía amueblada la cabeza. De ahí que esa euforia espiritual por tener tan claras las ideas, se torne decepción por el caos en que hemos sumido a nuestra inteligencia. Así que del tranvía, de la crisis socialista en Jaén, del paro, de las farmacias de La Mancha, de Libia, del motociclismo, de la Vuelta a España y de la Roja va a hablar quien yo me sé, porque el menda lerenda no va a caer en la misma trampa de siempre. Que te lo cuente otro.
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