viernes, 11 de marzo de 2011

No corras. No bebas (artículo de Manolo Ozáez para COPE JAEN del 11 de marzo)


Buenos días. Hoy, para desayunar, os voy a proponer un boicot, que podríamos llamar: a las ansias recaudatorias de la DGT, que es lo mismo que proponeros una obstrucción a la labor económica del gobierno. Propongo: 1º: Adaptarnos a los estrictos límites de velocidad, a los dichosos 110 kilómetros en autovía, para esquivar a los traicioneros radares. Se reducirá el consumo de carburante apenas un ápice, sí; se reducirán los accidentes, sí, pero lo importante será que no recaudarán ni un duro. 2º: Siempre y en todo momento conducir con el cinturón de seguridad abrochado, regalándoles a los agentes una de nuestras mejores sonrisas cuando nos miran de soslayo, pues acaban de perder a un contribuyente. Otros dirán que se ha evitado que un menor salga despedido por la luna delantera del auto. Cada loco con su tema. 3º: No arrojar ni una sola colilla a través de la ventana del automóvil, pues tendrán derecho a sancionarnos entre 91 a 300 euros del ala, y de lo que se trata es de bloquear ese afán recaudatorio. Otros nos contarán el cuento chino de los incendios provocados en las cunetas de las carreteras, pero que no te engañen, se trata de estrujarnos el bolsillo. Boicot, boicot. La 4ª propuesta será no beber ni una gota de alcohol al volante del automóvil, tonto, pues nos puede caer una sanción de órdago. Pero ni una gota, que nos vigilan. Ni en fines de semana ni a diario, pues a buen seguro estarán agazapados en cualquier esquina. ¿Qué más da las cifras de muertes por imprudencias como consecuencia del consumo de alcohol? ¿A quién le importan las estadísticas, si no tienen rostro? Lo primordial es que no recauden a nuestra costa. Ni un duro, conductor. Por eso, como boicot a la DGT y al gobierno te propongo: no corras, no bebas, no tires la colilla por la ventanilla y ve siempre con el cinturón puesto, aunque solo sea para que no recauden a nuestra costa ni un euro. Es un mensaje de la DGmia y de los cientos de cadáveres esparcidos por las carreteras.
por Manolo Ozáez

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