Buenos días amigos.
Quiero agradeceros de antemano vuestra fidelidad, encomiable y complicada en tiempos revueltos, pues pienso que a ella se debe la subida de sueldo que me han propuesto en la COPE, cercana a las primas que se barajan en el fútbol español y en el inglés de un tiempo a esta parte de crisis. Me imagino que estos altos emolumentos se deberán a las altas cotas de mercado auditivo y radiofónico, pues no tengo líos de faldas con directora, productora o presentadora alguna, lo cual prometo solemnemente y con vosotros de testigos. Yo lo achaco a mi verborrea dislocada, que no es lo mismo que decir diarrea desbocada, a pesar de que suene parecido. A ese don de la naturaleza que Dios me ha dado y que me permite citar en 90 segundos, no más, tanto los artículos del Código Civil como los del Código Penal en versión reducida, o recordar a algunos de mis numerosos amigos, o repasar la actualidad política, la realidad económica y los aspectos sociales, y de paso comentaros pasajes de cuestiones que pudieran resultar triviales, como nuestras vacaciones, los viajes, el deporte, los conciertos de rock, o el paseo a pie por una milenaria Córdoba. Será por ello por lo que me han subido el sueldo: ahora tendré que subir por un pringoso mástil para alcanzar tan elevados emolumentos. Por ello gracias, gracias y mil gracias, a pesar de que hay quien piense que ando desubicado, a la deriva, sin descubrir, ¡maldita sea!, que la voz rota y áspera que escucha a través de las ondas es la mía, la auténtica, sin cortapisas pero comedida, sin ataduras, libre. Será por ello que me han subido el salario hasta el quinto pino. Iluso, ¿cómo es que aún te crees, hermano, todo lo que te dicen porque lo has oído en la radio o visto en la tele?
Manuel N. Ozáez Gutiérrez
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