Buenas tardes amigos. Recuerdo días felices en
los que los puentes festivos la familia se iba de vacaciones a la playa o a
disfrutar de la cultura del interior de España. Aquellas comidas en
restaurantes de moda, relegadas al olvido; las visitas educativas a los centros
comerciales, entre frondosos escaparates que ponían a nuestros pies los mejores
placeres de este mundo: ¡daba gusto gastar dinero! Cierto que ese consumismo
también se traducía en que las familias hacían más vida en conjunto,
haciéndonos dueños de la calle, sin soportar las agobiantes tensiones de la
falta de medios económicos para hacer frente al día a día, no digo ya a la
hipoteca, a los préstamos contraídos, a la tarjeta de crédito del Corte Inglés.
Ahora nos damos cuenta que la felicidad no solo es posible si poseemos los
medios adecuados para subsistir, pues ello es conformarse con muy poco: tenemos
que aspirar además a gozar del resto de los entretenimientos y deleites que por
mor de esta crisis, nos están vedados, como es la cultura, los viajes, la
gastronomía, cierto consumismo moderado, y por supuesto de los amigos; forzando
el inexorable cambio de dirección de las cosas, pues, ¿os dais cuenta que realmente
nos dejamos llevar por el rumbo de los acontecimientos? sin que, en ocasiones,
hagamos más de lo recomendable. Sal y toma la calle, ríete de tu propia suerte,
consume como tú ahora sabes, habla con los amigos, ¡grita!, viaja conforme a tu
superior criterio y presupuesto, no renuncies a ello, y las soluciones vendrán
por añadidura.
Manolo Ozáez
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