Buenas tardes amigos. Es a base de desequilibrios
y depresiones de lo que está hecha la historia del ser humano. No es nuevo que
la serenidad, el sosiego, la placidez, el conservadurismo personal, ralentiza
el avance del mundo. De situaciones de crisis sociales y
económicas, como la actual, surgirán nuevas propuestas, una visión distinta de
los equilibrios financieros lógicos que deben presidir las relaciones entre el
Estado y los ciudadanos. De los problemas personales, de las rupturas
matrimoniales, de los lances y dificultades que ineludiblemente nos
encontraremos en el devenir de nuestra experiencia vital, resurgiremos
fortalecidos, aunque doloridos, con las cicatrices alineadas sobre nuestra
piel. Así es la vida. De las homicidas y absurdas guerras, que siempre
consideramos inevitables, renacen estados, estructuras supranacionales,
sociedades de naciones, o la necesidad de forjar Declaraciones de Derechos
Universales. De las revoluciones restablecer el equilibrio social, de las
guerras la paz, de las tempestades las calmas. Del desamor el amor o más bien
la cordura. El mundo, nos guste o no nos guste, se mueve a impulsos de crisis,
contratiempos, rupturas, guerras y vicisitudes, pues está en la propia
naturaleza del ser humano, en su carácter, en su razón. Por desgracia,
necesitamos los conflictos para nuestras irremediables mutaciones.
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