Buenas tardes. Hoy tengo un compromiso personal de cambiar los tercios, por eso, no os esperéis incursiones en materia de reforma laboral, huelgas generales, corruptelas políticas, yo dije esto tú dijiste aquello. A lo que digas, yo ofrezco más que tú, y todas esas zarandajas. Hoy, tal vez por los efluvios de la primavera, o la proximidad de las vacaciones de la Semana Santa , o, quien sabe por qué ignotos motivos, he decidido mudar de suerte. Todas estas últimas situaciones de crisis, ahogos y quebrantos sobrevenidas, nos hace pensar más a menudo que lo hacíamos antes del diluvio financiero. Y algunos, entre los que me encuentro, hemos llegado a la conclusión que lo realmente importante, y que al parecer se nos había olvidado, son otras cosas, otros gestos, otros universos, los de las caricias, los de las sonrisas, el llanto, el amor, los hijos, la familia, el dolor, el desamor, la risa. Para ti tus comentarios sobre la crisis y las medidas del gobierno, a mi me basta con que me rodees con tus brazos mientras me susurras palabras que me suenan como el cristal de bohemia. Para vosotros los análisis del seguimiento de la huelga general contra la reforma laboral, a mi me dejáis que vague por esos parajes donde la razón no tiene lógica y donde los sentimientos han hecho su morada. Para mí la peseta y para ti el duro, ¡qué mas da!, si al fin he descubierto que el misterio de la felicidad es tan simple como amoldarse a lo que eres, disfrutar con lo que tienes y dejar el resto para el codicioso vecino que nunca se conformó con sus posesiones, menos aún con sus modos de vida. Tendremos que preguntarnos algún día si somos vecinos o acaso sus colindantes en este argumento.
Manolo Ozáez
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