El duelo de “Barry
Lyndon”
“Su honor los
comprometió hasta vengarlo con un asesinato, ó con dos: se desafian; señalan día
y hora; salen al campo; llegan al sitio; sacan la pistola; preparan; cargan;
apuntan; tiran……….. Zas! Alla va eso! Uno de ellos cae redondo à
tierra”.
Hasta aquí, lo normal
en un duelo del XVIII o XIX, … si se tenía buena puntería y no fallaba la
pistola a base de pólvora negra y piedra de sílex, claro. Pero el desenlace de
esta historia no es el que esperáis. O sí, si habéis visto la obra de arte en
celuloide que Stanley Kubrick estrenó en 1975, basada en la novela de
1844 de William Makepeace Thackeray.
En
ella, el joven irlandés Redmond Barry (luego, Barry Lyndon), desafía al
capitán inglés John Quin por el amor de su prima Nora. Redmond vence
aparentemente a su contrario y huye, pero años después le es revelado que el
duelo fue amañado por su propia familia para no perder las 1.500 libras anuales
que les proporcionaba aquel matrimonio. La explicación era que los padrinos no
habían introducido el proyectil en el cañón de las armas y Quin, sencillamente,
se había desmayado.
¿Ficción? Las
primeras líneas de este texto podrían ser un extracto del libro, pero no, es
parte de una nota aparecida en el diario gaditano “El Conciso” del 25 de
Febrero de 1812, en plena Guerra de la Independencia contra las tropas de
Napoleón. En ella se relata un suceso ocurrido en la ciudad francesa de Burdeos
en Diciembre de 1811, cuando, tras una disputa, dos comerciantes decidieron
batirse en duelo. El que cayó al suelo “quedó tan muerto como un
difunto”, pero, para sorpresa de los presentes, no se encontró en su cuerpo
herida alguna. La bola de plomo estaba clavada en un árbol…
Jon Valera Muñoz de Toro
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