cebándose en el bufé del hotel y más tarde en los chiringuitos, se habían tornado atípicas, distintas. Se compartían con unos amigos resucitados de entre las catacumbas del olvido.
Ahora primaban las compras con tarjeta de crédito en los centros comerciales; las comidas en bañador a la sombra del chiringuito El Trocadero, en la playa de la Carolina
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