Buenas
tardes, y ante todo disculpas a todos aquellos amigos trabajadores de la banca,
que son muchos, pero es que si callo, reviento.
Hace un par de días recibí uno de esos correos que, en un par de meses,
da varias vueltas al mundo y que, en la mayoría de los casos no le prestamos
excesiva atención. Ocurre que, en esta ocasión, tal vez sensible al problema
que vivimos, y que no es chico, me afané en leerlo desde el principio al final,
reconociéndole al autor, las más de las veces anónimo, -en estos casos me
pregunto quién será el tal anónimo, que ostenta una producción literaria tan
intensa-. Planteaba algo de una simpleza extrema, cómo es: los funcionarios de
este país están soportando estoicamente la reducción continua de sus salarios
mediante la congelación de estos y la eliminación de las pagas extraordinarias,
medidas que desde los círculos más conservadores del país se alaban. Casi cinco
millones y medio de desempleados a los que se les recorta el porcentaje a
percibir de la prestación. Al resto de trabajadores que aún conservan su
milagroso puesto de trabajo, también se les redondea a la baja sus emolumentos
por la vía de la congelación de salarios y de la eliminación de los pluses de
productividad, beneficios, dietas y otros complementos, cuando no la reducción
de la jornada laboral. De los pequeños y medianos empresarios ni te cuento,
pues probablemente sea el sector más afectado por la crisis, pues no solo ha
visto menguados sus ingresos en porcentajes imposibles, sino que incluso ha
tenido que recurrir a todos sus recursos disponibles: fondos propios, planes de
ahorro y jubilación, entidades de crédito, familiares, amigos, etc. Decía este
correo misterioso algo que hace tiempo comenzó a rodar por más de una cabeza
debidamente amueblada de este país: “Si tan mal está la banca española, que
acude al rescate, debido a su mala gestión, y no culpa de terceros, pues en su
momento se lanzó como loba hambrienta al sector inmobiliario, buscando el
máximo de beneficios con el mínimo de esfuerzos, y así se ve ahora, pues bien,
si están tan descapitalizadas las entidades de crédito españolas, ¿para cuándo
van a reducir los salarios, complementos, pagas y beneficios de los miles y
miles de empleados que tienen a su cargo, con emolumentos desorbitados para
como está el patio laboral del país, comenzando, por supuesto por rebajar un
1000 % los contratos blindados de los consejeros, asesores, directores
generales y chupatintas que nos han llevado a esta insostenible situación. Vaya por delante mis disculpas, pues son
cientos los amigos de ese sector que puedo contar, no sé si mañana me quedará
alguno, y recalcar que no tienen culpa los empleados de la banca del
despilfarro de sus jefes, y de sus tropelías.
Manolo Ozáez para COPE JAÉN
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