Tú ya me entiendes Miguel Ángel. Lo que son las cosas. El mundo anda
demasiado revuelto. La izquierda acurrucada, apenas dormida, entre las sábanas
de la derecha. La derecha embelesando a la izquierda más radical, aquella que
nunca se adaptó a los nuevos tiempos. Hoy día ya vale todo. Tú ya me entiendes
Miguel Ángel. No deja de sorprenderme la dialéctica de la naturaleza: los
contrarios se tocan. Yo diría que incluso se besan. La intelectualidad
intentando explicarse entre los gritos de los exacerbados. La ilusión del iluso
acaso amplificada. Cada día uno se sorprende más si cabe, donde quepa, de las
bodas antinatura, de los abrazos rotos -sé que esta frase no es mía, lo cual no
es óbice para que la utilice, si bien en cursiva-. Lo que ayer era blanco hoy no
lo es, tal vez por que se haya oxidado... ¡pero negro! Lo negro negro es, pero
aclarándose hasta el níveo... Tú ya me entiendes Miguel Ángel. Sabes de lo que
hablo y de quien hablo.
No te sorprenda un pimiento lo que esta noche hayas visto. Te reprimas un pepino por los avatares de la vida. La verdad, como decían en mi calle de pequeño, no vale un pijo. Tú ya me entiendes Miguel Ángel, maestro.
Ahora resulta que el ecologista ama la fiesta de los toros, que el que sufre vértigos escalas turmalets y everets. Resulta que los amantes ahora viven la noche en otros barrios. Tú ya me entiendes Miguel Ángel... -por cierto, Miguel, has visto esa el par de peras que luce: un lapsus te permito- ...la redención está en lo que no es cielo ni infierno. Tú ya me entiendes, Miguel, pero a quien no hay quien entienda ni un carajo es a quien tu ya sabes por lo que ya sabes y que tú y yo sabemos a ciencia cierta: un pimiento, un pepino, un pijo y un lapsus te permito.
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