Apenas un cielo claro del mes de julio. El polvo acumulado en los estrechos pasos de Despeñaperros.
70.000 almas avanzando bajo las estrellas que les acompañan. Una luna advierte un sol de castigo.
Castilla, Navarra, Aragón y las Órdenes Militares ante un cruel invasor con 125.000 soldados confiados.
Un pastor, Martín Alhaja, que les abre el Paso de la Losa , hacia la Mesa del Rey, en Santa Elena.
López de Haro, arropado por sus Caballeros ataca el frente. Los almohades los repelen.
Sangre, sudor. Los mil rostros del dolor. Los cuerpos esparcidos por esta tierra mancillada.
Horas de batalla. El sonido del acero lacerando. Los gritos. Las proclamas. Los silencios rotos.
Las estrategias que acompañan a una victoria, o a una derrota –depende del valor, o de su vileza-,
apenas asoman fuerzas de una flaqueza más que humana. Se lucha por un futuro sin cadenas.
Se muere por un porvenir de esperanza. La muerte importa, aunque no más que la dicha de la libertad.
2.000 cristianos entregados a una señal del cielo. 90.000 musulmanes yacen en el campo de batalla.
Tal vez los libros omitan la gesta, oculten la realidad o silencien luctuosamente la proeza.
Acaso se pueblen los campos victoriosos de jamargos, abetos o adelfas, de pasajeras aves en desbandada,
o de tortuosos riachuelos buscando un plácido río donde culminar su peregrino y angosto viaje.
Acaso no se escuche el fragor de aquella batalla, el retumbar de aquellos cascos, el tam-tam de los timbales.
Quizás todo eso. O tal vez nada. Una Orden de Caballeros Ballesteros de la Santa Veracruz del Rey Fernando
de las Navas de Tolosa, de Santa Elena, de Jaén, tierra de cruciales batallas, de Andalucía, de Europa y de España,
sostiene y lima su espada, viste y calza su coraza, tensa al infinito la ballesta, libra esa batalla
en la que se reivindican los valores, la empresa, la hazaña, para que generaciones futuras la escuchen,
la oigan,la conozcan, y perdure en los siglos no como flor de un día, sino como la verdad que en ella entraña.
Manolo Ozáez, miembro de la Orden de Caballeros de Santa Elena
Borrador del nuevo texto |