SON
TIEMPOS DIFÍCILES
Complicados.
Severos. Inciertos. Tristes. Aciagos. Impredecibles. Amargos. Demasiado largos.
Cargados de nostalgia por el recuerdo de otro tiempo provechoso. Tal vez lo
único positivo de este caótico y prolongado período de crisis es la reflexión y
el aprendizaje… para que no nos vuelva a ocurrir en un futuro. Todo esto está
muy bien, y casi que lo dábamos por bueno, o mejor dicho, por inevitable, acaso
necesario, hasta que comenzó el goteo informativo sobre nuevos casos de
corrupción en nuestro país, que alcanza a la mayoría de los grupos políticos
que han ostentado poder en determinados ayuntamientos, comunidades autónomos o
el propio Estado. Lo que ocurre es que en el caso del Partido Popular es que
clama al cielo, es una permanente y generalizada situación de corrupción,
desfalcos, sustentado por un sistema tolerado de perversión maquiavélica que
alcanza a prácticamente la totalidad de sus dirigentes, incluidas las
estructuras económicas del propio partido. Y, tiempo al tiempo, pues seguirán
apareciendo en el futuro nuevos casos, nuevos nombres, fruto de la
documentación que de forma piramidal va desvelando una forma de gestión y
gobierno conocida y permitida. Ya no se trata de un caso aislado, la digamos
“oveja negra” que de tiempo al tiempo aparecía en esta o en aquella formación
política. Va más allá, y afecta a los cimientos del estado de derecho, a la
organización de los poderes públicos y a la mayoría de las instituciones del
país, y hablo de partidos políticos pero también de organizaciones
empresariales, sindicatos, ejército, policía, funcionarios y todo ser que
colea, siente y asiente.
Frases
como “siento vergüenza de ser español”. o “país de chorizos”, “políticos
corruptos”, se ha asentado en la sociedad, en una sociedad que está sufriendo
los rigores y escaseces de una crisis dramática, dramática para las familias
sencillas, clases pobres y clases medias, no para ellos, que gestionan el país
y sus instituciones, que adoptan soluciones y remiendos que no resuelven
ninguno de los problemas que acucian al país, que con su desvergüenza y falta
de ética y de moral, al resto nos enseñan un camino de valores distinto al que
nuestros padres intentaron mostrarnos. En los mentideros habituales se escuchan
voces pidiendo fórmulas nuevas, radicales métodos, escarmientos
ejemplarizantes. La demagogia me lleva a pensar en voz alta y afirmar que si
existen suficientes profesionales de la construcción en el desempleo, todos los
brazos son pocos para construir cientos de cárceles donde alojar a tonto
chorizo y sinvergüenza. Alguien me hablaba de la fórmula acción-reacción, para
explicarme la explosión del fenómeno “Podemos”, que de verdad que tiene
acojonados al resto de los partido tradicionales o “castas”. La misma persona
me explicaba que prefería el auge de “Podemos” a la posibilidad de un partido
de extrema derecha de corte fascista, como ha ocurrido en otros países de
Europa. Yo también lo suscribo.
Ya
no vale aquello de “y tú más”, que cada día más los aleja de la realidad de la
sociedad que sufre y que cada mañana sale a la calle a buscarse la vida para
poder alimentar a sus hijos, para a fin de mes pagar la hipoteca, para mantener
el sistema educativo que conseguimos y que un tipo llamado Wert, elegido para
la gloria, o yo que sé, está desmontando ladrillo a ladrillo. Esa sociedad de
seres empobrecidos en lo económico, pero reforzados en sus convicciones, está
harta de tanta podredumbre a su alrededor, harta de que le mientan, de que le
bajen los sueldos argumentando que los recortes son necesarios para estabilizar
el país, que ahorrar (¿de dónde?) es
bueno, que gastar (¿de qué?) revitaliza la economía.
Si
a todo lo anterior añadimos, pongamos por caso, que hablamos de Bailén, donde
vivimos, resulta que la moral se nos cae al suelo, que las esperanzas se
desvanecen, que el futuro no existe, es una quimera, y que “a buen entendedor
pocas palabras bastan”. Nuestros jóvenes, universitarios no encuentran otra
salida que la huida al extranjero o a otras ciudades españolas que les ofrezcan
una oportunidad laboral. Este hecho, importante desde el punto de vista humano,
también lo será en el demográfico, repercutiendo en el futuro de esta ciudad
con un claro envejecimiento de la población y la dispersión de proyectos de
futuro que traería una juventud con ideas, formación e ilusión, pero sin
experiencia.
Proyectos
que nuestros políticos municipales de las tres últimas legislaturas dejaron
paralizados, olvidados en un cajón, como el cultural de los hermanamientos con
Spetses y Yapeyú, que abrieron puertas que otros cerraron. El Centro Logístico
de Transportes, que durante 11 años no han sabido poner en marcha, utilizándolo
como piedra política arrojadiza. O tal un asunto al que no se le da la
importancia real que tiene, como es la aprobación del PGOUM –Plan General de
Ordenación Urbana Municipal- de Bailén, en vigor desde el año 1992 y que a los
10 o 12 años debería haber sido revisado, lo que impide el desarrollo
urbanístico e industrial de nuevos espacios, e inclusive una mayor seguridad
legal en materia urbanística, pues un nuevo PGOUM regularía aspectos
“conflictivos” de nuestro ordenamiento, aclarándolos en uno o en otro sentido.
O en lo cultural, la renuncia a reivindicar la Batalla de BAECULA como nuestra,
por ejemplo, ORGANIZANDO UNA
MACRORECREACIÓN HISTÓRICA que sitúe BAECULA en nuestro municipio y que tenga
repercusión a nivel nacional. Nos
cueste lo que nos cueste. Y esto por
nombrar solo algunos proyectos.
Lo
que no vale, y a lo que nos oponemos, es a que se imponga la frase que
últimamente se escucha en todos los rincones de Bailén, en el botellódromo, en
los washap, en facebook, en las redes sociales y en nuestros propios
domicilios: “es lo que hay”,
sensación de que nos hemos rendido aún antes de comenzar la lucha.
Manolo
Ozáez para Bailén Informativo