LO QUE ANTES ERA
ABUNDANCIA Y DERROCHE, HOY ES ESCASEZ Y TEMOR
Por Manolo Ozáez
¡Qué pocos pensaban –o pensábamos-, allá por el año 2008, que
íbamos a sufrir la peor de las situaciones económicas de los últimos 75 años,
no ya en España, sino prácticamente en todo el mundo desarrollado!
Ante la esfera de la abundancia y el derroche en que nos
movíamos, era imposible imaginar que llegado el año 2013 pudiéramos estar
viviendo esta terrible realidad a la que nadie es ajeno, por unos u otros
motivos.
Es cierto que no el 100 % de las familias o de los ciudadanos
sufren similar trance, incluso que en nuestro entorno existen empresas, pocas,
que se mantienen, con niveles de facturación y de beneficios parecidos a los
que obtenían con anterioridad a la crisis, al no depender fundamentalmente del
sector de la construcción, o tener sus negocios derivados hacia la exportación,
o, sencillamente por el hecho de la exclusividad de sus servicios a terceros o
de sus productos manufacturados, sin competencia en el sector, pero a buen
seguro familiares, amigos o allegados padecen este trance, por lo que la crisis
también está presente en sus vidas.
Funcionarios y personal laboral de las distintas
Administraciones, que a pesar de mantener sus puestos de trabajo, han visto
congelados sus salarios, e incluso coyunturalmente disminuidos con la
eliminación de la paga extraordinaria de navidad, no padecen con igual virulencia
el brote de la depresión, pues, en lenguaje coloquial, solamente han descendido
uno o dos peldaños en la escalera de su bienestar económico. Personal fijo de
las empresas privadas, que aún conservan su empleo, a pesar de aceptar
condiciones de estancamiento salarial y, en algunos casos, reducciones
drásticos de sus sueldos y emolumentos, eliminaciones de pluses en los
convenios, y precariedad en las condiciones sociolaborales que imaginaban
intocables.
En referencia a los
empresarios, el crisol es más amplio, pues están los que, a pesar de haber
reducido sus beneficios ostensiblemente, disfrutan de un status económico que
no hace peligrar sus privilegiadas situaciones, como son las grandes fortunas;
los hay de otro estrato inferior, que no han visto en exceso mermada su
competitividad, por razón de los servicios que realizan, o de los productos que
ofrecen, o bien porque su situación patrimonial, sumada a las medidas adoptadas
en determinados momentos de esta crisis (adecuación de los gastos a los ingresos,
reducción de plantillas, cierres temporales, etc…) les ha permitido mantener un
nivel socioeconómico aceptable, sin grandes sobresaltos, y con el paraguas de
cierta solvencia económica al no estar endeudada su masa patrimonial, por una
gestión equilibrada y acertada en tiempos de bonanza económica, que no fue lo
usual por regla general.
Si bien, existe otro sector de empresarios, que sin el ánimo
de equivocarme, diré que son la inmensa mayoría del grupo, pequeños y medianos,
sobre todos los del sector relacionado con la construcción y la promoción de
edificaciones y servicios afines, que, con perdón de la expresión, “lo están pasando putas”. En ocasiones
porque partían con un nivel de endeudamiento excesivo, no acorde con sus masas
patrimoniales y con la realidad de sus negocios
-algunos que en aquellos momentos los llamaban valientes e intrépidos,
ahora los llaman inconscientes, ilusos e iletrados-. Estamos generalizando, a
nivel nacional, sin entrar en pormenores de zonas geográficas, actividades concretas
o situaciones particulares, pues, evidentemente, cada caso es distinto al
anterior y requeriría un estudio pormenorizado y diferenciador. De estos
últimos, el escalón más bajo en esta
amalgama empresarial, y a su vez el más afectado, es el autónomo, la empresa
familiar e individual, que es la que más empleo procuraba en este país, y en la
que se ha cebado la crisis de forma más trágica y brutal.
UNO DE TANTOS ANÁLISIS Y COMENTARIOS
GENERALES SOBRE LA CRISIS
Precisamente en España un alto porcentaje de su economía y
del empleo que esta genera, está cimentado sobre la base de la pequeña y
mediana empresa, pues el tejido industrial es relativamente escaso, en
comparación con otros países de nuestro entorno, lo que le imprime un carácter
particular no solo a la …. , sino inclusive a nuestro modo de vida. Es cierto
que desde décadas, nos hemos caracterizado
-así nos ven el resto de los países del mundo- por ser un país de
servicios, los cuales han girado, y aún hoy lo siguen haciendo, en torno al turismo,
el abundante sol, las fabulosas playas, la variada cultura, la historia
plasmada en impresionantes edificios seglares y laicos, al que añadimos en las
últimas décadas el boom del deporte que inevitablemente atrae otro tipo de
turismo y visitantes. Junto a estas actividades, complementándolas, se
desarrolló un fuerte dinamismo de la construcción y la edificación del sector
privado, procurando alojamiento en establecimientos hoteleros, pero también en
residencias privadas a las que accedían los ciudadanos de otros estados por las
bondades de nuestro reducidos precios y los servicios añadidos al paquete de la
estancia, como era la sanidad gratuita, la escolarización universal y la
diversión garantizada, para todos los gustos, edades y paladares.
Ello, que por supuesto en sí no es negativo, almacenaba el
germen futuro de una posible explosión de la burbuja inmobiliaria, que se había
ido inflando e inflando paulatinamente, año tras año, legislatura tras
legislatura, sin que las empresas sujetas a sus resultados, en la mayoría de
los casos, tomaran precauciones, pero tampoco los responsables políticos de
ningún signo que gobernaron los últimos 25 años, incluidas Comunidades
Autónomas o Cabildos, tampoco Ayuntamientos, tal vez de los más responsables en
este tinglado, legislaran o, al menos, establecieran normas de buenos usos y
pautas de conductas responsables, dejándose llevar por el sonido tintineante y
embriagador de la venta fácil y el dinero rápido. Lícito por otra parte, pues
el mercado era y es libre, de ahí que ahora no aparezcan responsables de esta
dramática situación. Es fácil escuchar en los mentideros públicos que los
empresarios hicieron lo que debían: vender y obtener sus correspondientes
beneficios. Por supuesto. Los políticos: permitir o al menos facilitar ese
desarrollo urbanístico para no ahogar a las empresas en su expansión. Por
supuesto. Los bancos: entrar en el negocio inmobiliario “a saco”, como suelen:
prestando dinero, cobrando intereses, y, al final, convirtiéndose ellos mismos
en promotores, pues todo el personal comprendía que ahí había negocio. Otro
asunto es los conocidos sobres que ahora aparecen en los medios de información
públicos a diario, o los casos de corrupción y prevaricación que están siendo
“investigados” -eso quieren hacernos
creer-. La creación de empresas fantasmas hechas para únicamente el cobro de
comisiones “por la gestión”.
Apartado aparte, con redundancia incluida, ha sido la gestión
de las entidades financieras en este galimatías, donde SÍ que ha habido malos usos
y conductas cuasi delictivas, sobre todo con el percibo de indemnizaciones
abusivas y desaforadas, por parte de consejeros de dichas entidades, que luego
han resultado en quiebra, intervenidas o rescatadas, y que se han ido de
rositas a otros quehaceres, dejando una estela de familias arruinadas,
estafadas o hipotecadas hasta las cejas.
Ahora resulta que no aparece ningún responsable, aunque todos
sabemos que haberlos haylos.
¿NOS PREGUNTAMOS SI
SE TOMARAN, O NO SE TOMARÁN ALGUNAS MEDIDAS DE INMEDIATO?
Se habla en exceso de que se van a tomar medidas para
proteger a las familias de la voracidad de los bancos y cajas de ahorros ante
los continuos desahucios de viviendas, por supuesto con limitaciones según
número de hijos, acreditación de estar desempleado, alquileres sociales y otras
zarandajas que harán que se eternicen los acuerdos entre partidos y la
publicación de dichas normas. Se habla en exceso de una ley consensuada en el
parlamento para evitar la corrupción de la clase política y la financiación
ilegal de los partidos políticos: ya vamos tarde. Se comenta que se van a
estudiar aquellos casos en los que la venta de las opciones preferentes
pudieran haber sido fraudulentas, o al menos no bien explicadas, pero no llega.
Se dice que en breves fechas se pondrán a disposición del mercado una gran
cantidad de inmuebles, fruto de la rapiña usurera de las entidades de
financiación, a la que muchos llaman entidades sin conciencia social, pero no
lo vemos. Y mientras, casi seis millones de desempleados desesperados, cientos
de miles de pequeños empresarios embargados y, el resto de trabajadores y
ciudadanos, sobreviviendo como pueden, como podemos, esperando que lleguen las
ansiadas promesas que nunca llegan y una reactivación económica efímera e
inexistente, basada en promesas futuras y no en hechos presentes. Peor aún:
enzarzados los políticos en una suerte de vodevil cutre y pachanguero en el que
solo asoma la hediondez de la corrupción de algunos partidos políticos que
proclamaban a los cuatro vientos su compromiso con la transparencia y la
legalidad, y han resultado, como diría mi amigo Polo en “Diálogos en el Paseo”,
la Cueva de Alí Babá y los 40 Ladrones.
Hoy por hoy prácticamente nadie cree las palabras de algunos
ministros, salpicados por el escándalo, pero que se resisten a dimitir,
sostenidos por los habituales acólitos y los incondicionales fanáticos, los
cuales, vean lo que vean, oigan lo que oigan, o palpen lo que palpen, van a
seguir confiándoles su futuro, aunque los demás desconfiemos… con razón.
Bailén no es una isla. Evidentemente no lo es. Pero es que
además, dependientes como somos, en exceso, del sector de la construcción, por
ser la fabricación de materiales cerámicos para las edificaciones, la actividad
principal de nuestras empresas, la crisis se vive en nuestras casas y en
nuestra existencia de una forma más cruel a la vez que cercana. La crisis se ha
convertido prácticamente en el único tema de conversación de Bailén. Asistimos
diariamente al cierre, uno tras otro, de los establecimientos dedicados a la
industria manufacturera del ladrillo y de las tejas, y aquellos que aún no han
cerrado las puertas, se mantienen con el mínimo personal de oficina y gestión administrativa,
acumulando en sus amplias y asfaltadas instalaciones millones y millones de
piezas y materiales, a la espera del cotizado comprador. Las industrias afines,
como el transporte, languidece en el apeadero de las cooperativas, reciclándose
hacia otras actividades más lucrativas. Talleres de maquinaria industrial
apenas ocupan 1/10 parte de sus energías. En la caída de la producción y de las
ventas arrastran consigo al sector del comercio, a la hostelería y la
restauración, a las empresas de servicios de profesionales como asesorías,
mediadores de seguros, jurídicas, y, sobre todo, arquitectos e ingenieros, que
han pasado de ser una clase privilegiada a orientar su formación hacia otras
empresas totalmente distintas para sobrevivir.
LA BÚSQUEDA INCANSABLE DE CULPABLES
Todavía seguimos buscando al culpable de este desaguisado,
aunque un gran número culpan a los políticos por el derroche, la corrupción o,
simplemente por no hacer nada por frenar la caída. Otros, los más,
responsabilizan a las entidades bancarias al tolerar ciertos usos, como
excesivo endeudamiento, préstamos desproporcionados. Los hay que señalan a los
promotores inmobiliarios y empresas constructoras, por inflar e inflar e inflar
los precios de sus productos hasta que estos reventaron. También un sector
dirige sus miradas a las multinacionales y a la creciente globalización de la
economía, y quien hace responsable a los mismos usuarios por caer en la trampa
del préstamo fácil, la vida por encima de sus posibilidades, la falta de previsión
y el consumismo. Luego estamos otros, yo también, que pensamos que la
responsabilidad es de todos: de los políticos anteriores por no actuar a tiempo
ante los síntomas de la enfermedad, de los políticos actuales por no legislar
acorde a nuestras necesidades y particularidades, actuando servilmente ante las
directrices alemanas, por supuesto a las entidades financieras, que nos
engañaron vilmente tasando nuestras propiedades muy por encima de su valor
real, para ahogarnos en sus préstamos, a los promotores inmobiliarios, que no
supieron o no quisieron dosificar sus inversiones, alterando el precio de las
cosas (del suelo, de la construcción, de
los inmuebles); los consumidores, que actuamos como ilusos corderitos,
dejándonos caer en las redes del consumismo voraz y acelerado, sin prever las
terribles consecuencias actuales. Y, cómo no, la globalización, que es cierto
que trae elementos notables, pero también otros perversos, actuando como correa
de transmisión de todos ellos, acelerando y amplificando los efectos y las
consecuencias.
He de reconocer que me hacía bastante gracia, años atrás, las
informaciones que se hacían a través de ciertos medios locales, emplazándose
los políticos locales a una y otra mesa por el empleo. No digo que no estuviera
bien que se hablara de ello, obviamente, pero la realidad es que todas aquellas
mesas no sirvieron para nada, pues solo se trataba de eso, de mesas, con cuatro
patas y un tablero en la parte superior, donde se reunían algunas personas
profetas de su tiempo, para pasar lista y justificar el hecho incuestionable de
que no se estaba haciendo nada POR EL EMPLEO. De paso fotografiaban la excusa
para, pasado el tiempo, mencionar que se hizo lo que su pudo, es decir, NADA.
¿Qué medidas se aplicaron, fruto de aquellas mesas por el empleo? ¿qué
resultados se obtuvieron?
Los empresarios sabemos que las soluciones son complicadas,
que el final no está cercano. Sabemos que la Administración central, el
Gobierno, tiene que empezar a legislar YA, tomando medidas que reactiven el
empleo, cesando en su enfermiza fijación de recortar, recortar y austeridad,
que nos conduce inexorablemente al precipicio económico. Es complicado que se
firmen leyes que impidan a los bancos desahuciar viviendas, residencias, naves,
negocios, porque sería ir en contra de sus amiguetes, aunque todos sabemos que
es necesario para que vuelva la confianza a la ciudadanía y a los mercados, y
porque es más grave el daño de echar a una familia a la calle que el que la
vivienda quede vacía a disposición del especulador.
MEDIDAS ANTICRISIS.
A MODO DE EJEMPLO
Por activa y por pasiva sabemos que la solución no es subir
los tipos impositivos como el IVA o el IRPF, pues frena el consumo y se
destruye más tejido industrial. Las medidas han de ir en sentido diametralmente
opuesto. A modo de ejemplo: una reducción de al menos dos puntos del IVA, de al
menos 5 puntos el Impuesto de Sociedades, que permitan que las empresas puedan
mantener el empleo, realizar inversiones, afrontar mejor sus compromisos de
deuda. Establecer un nuevo modelo para el acceso al autoempleo, conocido como
los Autónomos, que permita que el empresario elija la cuota a pagar en el
correspondiente régimen de la Seguridad Social. Lógicamente, sus prestaciones
actuales y de futuro, serán acordes al pago que realice, tales como jubilación,
invalidez, desempleo, accidentes de trabajo, etc.
Parejo al nuevo régimen de los autónomos nuevos, y digo
nuevos, y no para los que ya estuvieran en el RETA (régimen especial de trabajadores autónomos),
una tributación a la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, por el
sistema conocido como módulos, de forma simplificada y ágil, que permita conocer
la cuota que se va a pagar trimestralmente por el ejercicio de la
actividad. Nuevas fórmulas para la
contratación de los trabajadores, ¿sabemos que España es uno de los países
donde más se paga a la Seguridad Social por las cuotas de los trabajadores?
Abaratar el coste, aunque sea a costa de la reducción de las prestaciones
futuras, pues lo que prima ahora es el presente, el hoy, no tanto el mañana. Ya
nos adaptaremos a las nuevas coyunturas económicas cuando estas lleguen. Cesión
de suelo municipal para la instalación de nuevas empresas, con carencia, es
decir, coste cero, durante cuatro o cinco años. A partir de dicho período,
establecer pagos aplazados y fraccionados acordes al valor del bien, pero
siempre asequibles para los emprendedores.
Tengo que decir que la excepcionalidad de la situación,
obliga a tomar medidas excepcionales. Dichas medidas subsistirán entretanto
persista el estado actual de la economía, debiendo ser revisadas, en beneficios
de los trabajadores, en el momento en que la mejor coyuntura económica lo
permita, con flexibilidad pero con garantías. Reparto del empleo que se cree
entre el mayor número de solicitantes, aplicando razones de extrema necesidad,
cualificación, experiencia, y otros parámetros objetivos. Inclusive el reparto
de los trabajos, a tiempo parcial entre varios trabajadores, aunque el puesto
sea a jornada completa, al objeto de facilitar el acceso de dos familias en
lugar de una sola a los recursos económicos existentes. Es la clásica fórmula
de optimización de los recursos mediante el reparto equitativo, que en lenguaje
cristiano sería “que unos no tengan tanto mientras otros no tengan nada”, y
trasladado a la esfera del trabajo.
Tengo ciento de medidas más en mi cartera, como aquellas
otras por las cuales se obligue a devolver hasta el último euro a aquellos que
han malversado o cogido dinero de la caja tonta. Devolución de los pluses,
indemnizaciones y complementos de consejeros de entidades públicas y privadas
intervenidas o en concurso de acreedores, inclusive con sus propios bienes y
los de su entorno para evitar las evasivas.
Graves sanciones económicas para los morosos con bienes
conocidos y que se amparan en discutibles leyes y métodos para no pagar sus
compromisos, con aplicación de una justicia rápida, asequible -sin tasas- y justa. En aquellos casos en que fuera imposible perseguirle bienes,
que quedaran a disposición de los acreedores para realizar trabajos hasta el
pago total de la deuda.
Tope salarial para los cargos públicos en función del número
de habitantes de sus poblaciones, para alcalde y concejales. Eliminación de la
duplicidad de sueldos para diputados, senadores y otros funcionarios públicos.
Límite de dos legislaturas para ocupar cargo público, sin posibilidad de
renovación. Listas abiertas para las elecciones municipales, autonómicas y
nacionales, que permita que cada ciudadano elija libremente a sus
representantes, y no a aquellos que “el partido” impone a sus simpatizantes.
… Pero podríamos hablar de miles y miles de medidas
imaginativas. Unas son conocidas de los responsables políticas, pero por mor
del amiguismo no se aplican, y otras podrían ser motivo de estudio y
profundización.
LOS CASOS DE
CORRUPCIÓN
No ayuda demasiado a solventar la crisis, el que últimamente
asistamos atónitos al esperpento de la corrupción política enquistada en los
partidos mayoritarios, fundamentalmente en el partido que sustenta al gobierno
de Rajoy, máxime cuando altos cargos, ministros y el propio presidente son
cuestionados por su posible vinculación con la trama y sus personajes
principales. Por supuesto tampoco ayuda, en el plano doméstico, las
informaciones sobre el percibo, en Andalucía, de prestaciones e
indemnizaciones, camufladas como EREs, que ha salpicado al gobierno autonómico,
y que está siendo investigado por la justicia. Casos como el de Bárcenas, ex
tesorero del PP, o la trama Gurtel, con ramificaciones en Valencia, Madrid y
otras regiones de España, la supuesta intervención de Pujol Oriol, de CIU, en
la adjudicación de concesiones públicas en Cataluña, no solo desvían la
atención del foco principal del problema, que es la crisis económica y la
necesidad real de las familias para sobrevivir, mantener sus viviendas y algo
de dignidad, sino que acrecientan el estado de nerviosismo y alarma en la
sociedad. Hay incluso, sobre todo gente mayor, que vivió otra época, que
vislumbran escenarios complejos, próximos al motín y a la sublevación, que nadie, menos aún ellos
mismos, desean.
En ocasiones, para ahondar más en la herida abierta, nos
desayunamos con titulares en los que la parcial justicia condena a una mujer
por procurarle alimentos y pañales a sus hijos, cuando cientos de chorizos y
malversadores, incluidos morosos profesionales, andan por la calle a cara
descubierta, o esquiando en Austria o en Baqueira Beret. U otros casos, como los
kamikazes condenados por asesinato e indultados políticos del poder bajo
criterios nunca entendidos ni entendibles. Y es que la clase política está que
la borda últimamente, aunque insisto, defendida fieramente por sus alineados
acólitos y alienados adeptos.
¿QUÉ SE HA HECHO?
¿QUÉ MEDIDAS SE HAN TOMADO?
El 20 de diciembre de 2011, Mariano Rajoy accede a la
presidencia del Gobierno. Algunos meses después aprueba La Ley 3/2012, de 6 de
julio, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, una ley polémica, no solo por su contenido,
sino, sobre todo, por el momento en que se produjo. A juicio de una gran
mayoría de economistas y laboralistas, era necesario reformar y flexibilizar el
mercado de trabajo, actualizar el modelo de contratación laboral, acabar con la
rigidez de la estructura del empleo en España, aproximándolo a otros modelos
europeos. La mayoría de los expertos coincidían en ello, lo que no estaban tan
de acuerdo es el momento elegido. Mientras que países como Alemania aplicaron
su reforma laboral a principios de la década del 2000, en plena expansión
económica, España ha esperado a estar sumida en plena recesión. Esto ha
supuesto que se utilicen algunas normas de la reforma laboral para producir
despidos masivos a un coste bastante menor que en etapas anteriores, y que
numerosas empresas, se acojan a procedimientos de expedientes de regulación de
empleo en los que no es necesaria la resolución favorable de la autoridad
laboral, simplificándose el trámite. En definitiva, la reforma laboral no ha
supuesto mayor contratación, ni un freno en la destrucción del empleo, sino
todo lo contrario.
Es cierto, y todos los expertos coinciden en ello, que era
necesaria una reforma laboral, aunque tal vez se podrían haber establecido
diversas fases en su aplicación, para que sus efectos perniciosos no lo fueran tanto, inclusive se debería haber
previsto que aquellas empresas que presenten beneficios, sobre todo las
multinacionales o las entidades financieras, asumieran el 100 % de los costes
sociales de las prestaciones, con cargo a dichos beneficios, evitando con ello
despidos masivos y arruinar al Estado.
El 24 de enero, la EPA (Encuesta
de Población Activa), comunicó que España cerró el año 2012 con 5.965.400
personas desempleadas, marcando el récord histórico de una tasa de paro del 26
%, aumentada durante los meses de enero y febrero de 2013, en los que ya se ha
superado ampliamente el 6.000.000 de desempleados: una tragedia social y
humana. Es obligado mencionar que el gobierno socialista de José Luis Rodríguez
Zapatero, terminó su legislatura a mediados de diciembre de 2011 con una tasa
de desempleo en torno al 21 % y con aproximadamente 5.000.000 de parados.
A finales del año 2012 asistimos boquiabiertos a la subida
del I.V.A. general de un 18 % al 21 %, lo que, a juicio no ya de los expertos,
sino de los propios empresarios, supone un freno al consumo y a la inversión,
que lastrará más aún si cabe la recuperación del empleo.
Tal vez una de las medidas más polémicas haya sido la llamada
Amnistía Fiscal, con la que se pretendía aflorar dinero negro mediante el pago
de un impuesto supereducido a cambio de la amnistía y exoneración del pago del
correspondiente impuesto y la supresión de la figura del delito fiscal para los
que se acogieran. Muchos son los errores de la aplicación de dicha medida: en
primer lugar, no se alcanzaron las cuantías de afloramiento monetario previstas
por el gobierno. En segundo lugar, no se ha investigado la procedencia de dicho
dinero, y si se debe a actos delictivos. Y, por último, y no menos grave, al
parecer determinados cargos vinculados al gobierno y al Partido Popular, se
podrían haber beneficiado de los extraordinarios beneficios de dicha Ley, lo
que hace sospechoso el verdadero interés del gobierno, a juicio de los analistas.
Se habló en campaña electoral de la reforma de la Justicia,
quedando esta en aguas de borrajas, pues solo se han establecido tasas
judiciales, contra las que está todo el mundo, tanto los profesionales
conservadores, como progresistas e independientes y que merma el acceso a la
justicia a las clases menos pudientes.
Se habló de la reforma de la Sanidad, que no es otra cosa que
la privatización de esta, dejando en manos de empresas particulares la gestión,
algo de lo que están en contra prácticamente la mayoría de los profesionales de
la sanidad, desde médicos hasta personal de mantenimiento, pues se augura un
empeoramiento del servicio sanitario al ciudadano. Precisamente nuestra sanidad
era el santo y seña de la calidad de vida en este país, admirada y copiada en
el extranjero.
También se habló de la reforma de la Educación, reforma que
ha quedado en exclusivamente reforma económica, pues las medidas tomadas por el
gobierno no inciden en la calidad de la enseñanza, sino en la redistribución de
los ratios de alumnos por aula y profesor, la reducción del presupuesto en
investigación en las Universidades, y el recorte en el apartado de funcionarios
a su servicio. Obviamente, los profesionales del sector no creen en esta
reforma, manifestándose en todas las provincias de España desde principios de
la legislatura.
EL FUTURO AÚN NO
ESTÁ ESCRITO
Aunque el futuro aún no está escrito, es cierto que lo
estamos redefiniendo en los últimos tiempos. Son casi cinco años de crisis,
aunque tras el concepto se esconden miles
-o millones- de tragedias personales, de penurias, de situaciones límite
que en ocasiones han llevado al suicidio, a la desocialización, a la miseria extrema, al desahucio, al
llanto, al insomnio, a la vergüenza, a la escasez. Nos bombardean con
cifras -de desempleados, de afiliados,
de prima de riesgo, de intereses hipotecarios, de cierres de empresas-
olvidando la esencia del problema, el efecto que se produce sobre las personas,
sobre las familias, la sensación de abandono por parte de las autoridades, de
que no importan para las personas que ostentan el poder. La constancia de que
se pierde un tiempo precioso en debates sin sentido, utilizando el hemiciclo y
la representatividad, cuando se debería
estar legislando, tomando medidas –a ser posible acertadas-, curando heridas,
atendiendo a los heridos de esta guerra económica y psicológica que estalló
hace años, y que produce distinto número de víctimas que las guerras
tradicionales pero similares efectos que aquellas.
El futuro es incierto, aunque hay quien augura un cambio
traumático y profundo en el modelo de relaciones entre la clase política y la
ciudadanía, entre la banca y sus clientes, entre empresarios y trabajadores.
Cada día son más los que alzan su voz contra el caduco y arcaico sistema de
producción actual, que nos inculca valores próximos a la deshumanización y al
caos al dejarnos a merced de los vaivenes del mercado global. Nunca fue más
cierta la paradoja del aleteo de una mariposa que producía un terremoto en la
otra punta del mundo. Nunca nos sentimos menos amparados por quienes nos
gobiernan en el mundo, en el país, en nuestra comunidad, en nuestra provincia y
en nuestras poblaciones. Cada vez creemos menos en sus palabras y en sus
pronósticos, a pesar de que todavía una legión de fieles les sostiene en sus
tronos y en sus mentiras, pues cada día más somos los afectados y más los
desencantados.
Manolo Ozáez para el nº 114 de la
revista BAILÉN INFORMATIVO